Qué difícil y qué triste debe ser jugar una final por el ascenso sin tener la posibilidad, valga la increíble redundancia, de poder ascender. Cosas que pasan solo en México.
Opinión | Alebrijes vs. Tapachula, la historia de la final más deprimente
Jugar un Ascenso sin poder ascender; la redundancia más increíble y ridícula del balompié mexicano.
Esta semana se disputará la gran final del Ascenso MX entre los dos equipos campeones, uno del Apertura y el otro del Clausura. Tristemente, ambos equipos llevan a disputar esos 180 minutos sabiendo que de ganar, de todas formas se quedarán en la segunda división.
¿Qué se le dice a un trabajador que está derrotado sin intentar hacer su labor? ¿Qué se le dice a una persona que cosecha éxitos para darle una mejor vida a su familia y crecer profesionalmente, pero que al final, no tendrá la recompensa necesaria?
El panorama no es sencillo de explicar. Ni a la afición ni a los propios jugadores. En defensa de la Liga, las reglas estaban claras desde un inicio, o al parecer, eso se creía. Entonces, ¿la culpa es de los directivos, de los dueños o de los inversionistas?
El caso que se vive en el Ascenso MX es digno de analizar para que no se vuelva a repetir nunca más; parece injusto que un equipo que en la cancha se ganó un ascenso, acabe descendido y viendo cómo otro club, cuyos méritos deportivos fueron insuficientes, puede mantenerse en Primera División gracias a dinero.
Si Lobos BUAP tuvo el tiempo para conseguir 120 millones de pesos, algo así como 6.5 millones de dólares, para mantenerse en Primera, ¿ por qué Alebrijes o Cafetaleros no tendrán la misma oportunidad de conseguir esa inversión para ascender dignamente y jugar donde merecen?
Las finales siempre deben ser emocionantes; es un privilegio por el que un deportista lucha. El desenlace puede ser triste o feliz, dependiendo el resultado, pero siempre debe haber un ganador y un perdedor, no dos perdedores. Esto pasará en la final más triste de la historia.