El 25 de mayo de 1965 se presentó el segundo combate entre Muhammad Alí y Sonny Liston y aunque el resultado es obvio, la fama de esa pelea y del boxeo mismo es obra del fotógrafo Neil Leifer, quien capturó la imagen del siglo.
55 años del ‘golpe fantasma’ y la mejor foto del boxeo
Muhammad Alí y Sonny Liston engrandecieron a su deporte con una fotografía icónica.
La última pelea de Cassius Clay había sido 15 meses antes y fue el inicio de la grandeza para un hombre que lograba el título de los pesados, ahí, con 22 años de edad se autoproclamó ‘el más grande de todos los tiempos’ cuando batió a Sonny Liston en Miami.
Pero al año siguiente se volvieron a enfrentar en Lewinston, Maine, justo el 25 de mayo de 1965, una pelea corta, pero histórica, de un solo capítulo, pero con demoledores resultados para el boxeador que ahora se llamaba Muhammad Alí.
A la mitad de ese único round, Liston soltó a izquierda en jab, pero Alí le propinó una derecha muy rápida, que le llegó al rival desde abajo y lo derribó. Cayó de bruces, se dio la vuelta y quedó con la cara hacia el techo, trató de reincorporarse y puso una rodilla sobre la lona y se dejó caer de espaldas.
Sólo había sido un minuto con 43 segundos cuando se escuchó el grito “¡Levántate y pelea, cab****!” ese momento fue el adecuado para Neil Leifer quien decidió apretar el disparador que abrió y cerró el objetivo apuntado al ring y captó la imagen que pasó a la historia por su dramatismo, su maestría técnica, y su absoluto realismo del boxeo.
Esa foto fue nombrada la imagen del siglo XX por Sports Illustrated, “Tomé tres grandes fotos... Dos minutos y ocho segundos, no está mal para una noche de trabajo”, dijo Leifer.
“La pelea Ali-Liston en Lewinston, Maine, nunca volveré a tener una noche como esa, jamás...” recordó el hombre que disparó su cámara con serenidad entre los gritos de los poco más de 2000 espectadores.
La mayoría de los presentes ni siquiera vieron el golpe que llevó a ese capítulo de la historia, pero todo el mundo alguna vez ha visto la fotografía que Neil Leifer capturó para la posteridad.
Cabe mencionar que en ese entonces la fotografía era limitada, tanto como la cantidad de cartuchos de película que los fotógrafos tuvieran a la mano y que daban cuando mucho, 35 fotografías y donde el talento de quien usaba la cámara era absolutamente fundamental para poder conseguir una buena fotografía con la textura, cantidad de luz, intensidad de las sombras, composición y sobre todo, tomar la decisión de capturar el momento perfecto apretando el botón tras hacer una pausa en su respiración.