Para aquellos que creían que Manny Pacquiao estaba al borde del retiro --me incluyo en esta lista--, su dedicación y amor por el boxeo nos han demostrado que su cuerpo aún tiene mucho de aquello que en 2003 parecía indestructible.
Al ritmo de Chayanne, Pacquiao entrena como en los viejos tiempos y mete miedo a Broner
El único campeón mundial en ocho divisiones de la historia luce en sus entrenamientos como el tremendo vendaval que tomó por sorpresa al boxeo en el 2003.
A días de su pleito con Adrien Broner, el filipino luce motivado, con la gran sonrisa que ha caracterizado a su persona en toda su carrera, y listo para remontarnos a aquellos días cuando noqueaba a diestra y siniestra, literalmente.
A sus 40 años, la intensidad y la exigencia de sus entrenamientos no han sido más complacientes. En un deporte que no perdona a aquellos que lo practican con indiferencia, ni el único campeón en la historia del boxeo con ocho campeonatos mundiales en diferentes categorías se puede dar el lujo de entrenar a medias.
La velocidad y la fuerza con la que Manny hace retumbar la pera, el costal y las manoplas nos hacen recordar por qué existen dos tipos de boxeadores: los que se dicen pugilista profesionales y los de élite. Pacquiao es quien encabeza a éstos últimos.
Al ritmo de Chayanne --a quien Manny suele escuchar con regularidad-- el apodado 'Pac-Man sonríe, hace chistes con aquellos que lo rodean, vacila con ese peculiar baile que le conocemos arriba del encordado, ' no deja de saltar sobre las puntas de sus pies, mientras lanza sus abominables combinaciones acompañadas de su temible velocidad.
El filipino quiere el nocaut, pero Broner no será un blanco fácil. O quizás sí. Freddie Roach está de vuelta y su regreso augura una velada exitosa. Todo se decidirá el sábado en el MGM Grand de Las Vegas.