El reloj marcaba las 12:59 de la tarde. Un minuto más tarde, las puertas del AT&T Stadium abrirían sus puertas para que una marabunta de mexicanos con niños en los brazos, los colores patrios pintados en el rostro y banderas aztecas invadieran el recinto donde el próximo sábado Saúl Álvarez se medirá a Liam Smith.
Al son de ‘No me sé rajar’, ‘Canelo’ prometió gritar “Viva México”
Desde Los Ángeles hasta Oaxaca, con la cara pintada o con una bandera de Saúl Álvarez, en la ceremonia de pesaje el mexicano no estuvo solo.
La sede es Dallas, una de las ciudades que más mexicanos tiene en la Unión Americana. De acuerdo al ‘Canelo’, esta batalla de fiestas patrias mexicanas se la quería dedicar a los compatriotas que día a día luchan por una mejor vida y un mejor bienestar. Por eso escogió Texas y no Nevada, eligió el color azul marino y la casa de la estrella solitaria en lugar del sitio del pecado.
El ‘Canelo’ tiene porte de ídolo y de campeón. De noqueador y de boxeador que quiere ser de época. La gente lo adora, y por ello en gran medida se dieron cita para ver la ceremonia de pesaje. El sábado todos acompañados no dejarán solo al pugilista mexicano.
Llegaron de Los Ángeles, de Houston, de Nueva York e incluso, del fraccionamiento que está enfrente del AT&T Center. Los paisanos eran de Zacatecas, de Guanajuato, de Oaxaca o de Matamoros. Eran de una u otra ciudad de México o de la Unión Americana, pero todos, como pasa en los Estados Unidos cuando un azteca es el reflector, se unen para apoyar y gritar bajo una sola bandera.
Mientras el mariachi cantaba el ‘México Lindo y Querido’, ahí apareció el ‘Canelo’. Con todo su equipo, porte serio, lentes oscuros y mirada fija, concentración absoluta y sencillez total con la afición que a unos metros coreaba su nombre. El mexicano irradió confianza, levantó el índice al cielo en señal de ser el número uno.
En ese instante, Liam Smith subía a la báscula y sin problema daba el peso. El inglés que tiene poco que perder más allá del cinturón que posee, y si mucho que ganar, lució como siempre, un short con la palabra ‘autism’ (autismo) en honor a su hermana que padece esa enfermedad.
Y luego llegó el turno de Álvarez. Vestido de azul, se despojó de ropa y se lanzó a la romana. No dio el peso tan sencillo, tuvo incluso que despojarse del short que lo acompañaba mientras una toalla lo tapaba. Al final, superó a la báscula.
Saúl Álvarez posó con la bandera y lanzó un mensaje de confianza al final de la ceremonia: “El sábado juntos gritaremos Viva México”.