boxeo

    Cuando Julio César Chávez colmó el Azteca ante Greg Haugen

    Hace 27 años, el más grande boxeador mexicano de todos los tiempos se lució ante 130 mil fans.


    Por:
    Juan Regis.

    Podríamos empezar por presumir que la función de boxeo con el mayor número de asistentes de todos los tiempos se dio en México. Específicamente en el Estadio Azteca. Un 20 de febrero de 1993.

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    Pero si el espectáculo en el ring hubiera sido raquítico, deficiente, aburrido, dicha cifra no habría signficado mucho.

    Julio César Chávez subió al ring ante 132,274 asistentes --entre curiosos, iniciados, fanáticos a guante calzado, famosos--, de acuerdo a las cifras oficiales del inmueble, con la ansiedad y deseo que provocó el previo "pique" al orgullo por parte de su rival, Greg Haugen.

    El estadounidense, cuya carrera se reduce a la derrota en el Coloso de Santa Úrsula, se dedicó a hablar de más, y aseguró que si Cha´vez llegaba invicto a su compromiso era debido a que solo había enfrentado a "taxistas". El mexicano presumía un récord de 84-0 y portaba el cetro superligero del Consejo Mundial de Boxeo.

    Chávez fue el claro favorito desde que se dio a conocer la contienda. Pero la enemistad --alimentada por el ultraje de Haugen y su nacionalidad-- provocaron que los fanáticos colmaran el Azteca como si la pelea fuese de pronóstico reservado; no fueron a ver una sorpresa, ni mucho menos una pelea cerrada, sino a confirmar la superioridad de su ídolo.

    La noche clamaba sangre, un sacrificio, y su dios Chávez les dio ambos.

    Primer round. Cha´vez no tardó en derribar a Haugen con un recto de derecha. Los presentes debieron recordar lo que el gran ídolo mexicano había sentenciado en su pelea anterior: "contigo no tendré compasión, a ti sí te voy a arrancar la cabeza".

    El calvario para Haugen duraría cinco rounds. Ganchos de izquierda al cuerpo --marca registrada de Chávez; quizás el peleador con la mejor ejecución de dicho golpe en toda la historia del deporte--, rectos de derecha, más ganchos al cuerpo y a la cabeza. Un festín para los espectadores y una lección para el estadounidense.

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    Chávez pudo haber terminado pronto, pero prefirió hacer justicia a sus palabras y minó el cuerpo y alma de su rival. Hasta que en el quinto, Joe Cortéz se lanzó entre la ráfaga del mexicano y la humanidad de Haugen para detener la contienda.

    Nocaut técnico, defensa exitosa de su cetro y una humillación monumental. Hace 26 años, el más grande boxeador de México establecía un récord que se mantiene en pie hasta nuestros días y que, tal vez, solo un mexicano pueda romper este año. Si los rumores son ciertos.

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