“No soy una persona de lágrimas fáciles”.

    El colombiano Kevin Mills se enfrentó a sus propias emociones en la mejor actuación de su escuadra nacional en la historia –el pase a cuartos de final en el Mundial de Brasil 2014. Para un hombre que no llora con frecuencia, el mejor gol del torneo -el de James Rodríguez en pleno Maracaná- fue el detonador de sus reacciones más primitivas: empujones, gritos y, para su sorpresa, lágrimas.
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