Todo presagiaba desesperanza cuando Costa de Marfil quedó emparejada en el mismo grupo clasificatorio que el Camerún de Samuel Eto’o rumbo a Alemania 2006. No obstante, Didier Drogba se echó al equipo al hombro y logró una clasificación mundialista de proporciones históricas.
Adiós, Mandela del fútbol, adiós Didier Drogba
Dentro del campo fue un asesino a sangre fría, pero fuera de él detuvo una guerra civil convirtiéndose en embajador de paz.
Pero ese robusto goleador de ébano (quien inició las eliminatorias jugando para el Olympique de Marsella y las terminó jugando para el Chelsea) habría de echarse a su país entero al hombro. Un conflicto entre cristianos y musulmanes cobraba las vidas de más de cuatro mil personas y desplazaba de sus hogares a un millón de seres humanos.
Localizada en el África occidental, Costa de Marfil entró en turbulencias políticas ante la necesidad de realizar elecciones luego del fin del gobierno de Félix Houphouët-Boigny, el cual duró más de 30 años desde la independencia de este país del imperialismo francés. El norte se convirtió en bastión de grupos rebeldes mientras el sur quedó en manos de grupos oficialistas.
“HOMBRES Y MUJERES DE COSTA DE MARFIL: DE NORTE A SUR, DE ESTE A OESTE, HEMOS DEMOSTRADO QUE TODOS LOS MARFILEÑOS PODEMOS COEXISTIR Y TRABAJAR JUNTOS POR UN MISMO OBJETIVO, CALIFICAR AL MUNDIAL.”
Así comenzó Drogba su discurso legendario para apaciguar a su país. Costa de Marfil finalmente se hallaba clasificada para la Copa del Mundo y la oportunidad de llamar a la concordia era tan valiosa como las vastas riquezas naturales de dicha nación. “POR FAVOR BAJEN LAS ARMAS. ORGANICEMOS ELECCIONES. LES RUEGO QUE SEAN CAPACES DE PERDONAR. PERDONAR. PERDONAR.”
En coordinación con la ONU, se logró declarar bilateralmente un cese al fuego a fin de estipular una fecha de votaciones para elegir un nuevo gobierno. Desde luego que Drogba y sus compañeros de equipo no lograron resolver solos la crisis política, pero su unión sobre el terreno de juego evitó un mayor derramamiento de sangre y más pérdidas de vidas inocentes.
“ESA TARDE SENTÍ QUE MI PAÍS NACIÓ DE NUEVO,” dijo Drogba al recordar sus propias palabras. La selección africana, desafortunadamente, quedó emparejada en el grupo de la muerte con Holanda y Argentina siendo eliminada a las primeras de cambio.
Sin embargo, la victoria de Drogba superó lo estrictamente futbolístico, puesto que unió a su alrededor a sectores de la sociedad políticamente separados por cuestiones de dogma, diniero y poder.
Ahora que su carrera arriba a su fin, el legado del nativo de Abidjan no solamente consiste en goles y títulos, sino también en amor y paz. La suya es la imagen de un imponente delantero visto como un grandioso elefante: con colmillos largos y poderosos para defender a los suyos manteniéndolos siempre unidos.