Fórmula 1

    Tony Rolt fue un héroe de guerra y piloto de la Fórmula 1

    Conoce la increíble historia de un pionero casi desconocido del mundial de la FIA.


    Por:
    Samuel Reyes.


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    1:04 mins

    Tony Rolt fue uno de los 26 pilotos que se inscribieron en la primera carrera del nuevo campeonato de la Fórmula Uno en el circuito de Silverstone, Inglaterra en 1950. Mucho más que un simple piloto, Rolt fue un héroe de guerra.

    Anthony Peter Roylance Rolt nació el 16 de octubre de 1918 en Hampshire, pero creció en el norte de Gales. Hijo de una madre que provenía de una rica familia cervecera y un padre que fue general de brigada militar, por lo que acudió a su educación en una academia de uniformados, como marcaban los cánones de la época para un hijo de general.

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    Mientras aún era niño de escuela comenzó a competir en autos y ya era piloto de Le Mans a los 18 años y terminó cuarto lugar de su categoría con su copiloto Jack Elliott.

    Fue de los más prometedores conductores de la época y ganador de varios trofeos y títulos británicos, pero sus ambiciones deportivas quedaron truncas cuando en 1940, la Segunda Guerra Mundial lo requirió, comisionándolo como teniente.

    Entonces fue enviado a Calais, Francia, a la defensa que repelió con éxito una división Panzer alemana y por ello le fue conferida la Cruz Militar.

    Pero la guerra era larga y después de la invasión de Francia, fue capturado y a partir de ese momento se convirtió en un dolor de cabeza para los oficiales alemanes, pues ejecutó múltiples intentos de escape de los campamentos de guerra.

    Justo por esa incesante actividad lo enviaron aCastillo de Colditz, una prisión supuestamente infranqueable y donde estaban internados los prisioneros más problemáticos, lugar que se conoció como ‘la academia del escape’ porque todos ahí estaban decididos a escapa y, tenían los planes más elaborados para poder liberarse de los terrenos del castillo. 31 escapes se ejecutaron.

    Uno de ellos se convirtó en el más famoso y en él participó Rolt al darse cuenta de que el techo de la capilla quedaba fuera de la vista de los guardias alemanes, así que preparó un plan tan audaz como gigantesco al idear con Bill Goldfinch construir un avión planeador para escapar fabricado con pedazos de cama, tablas de piso, tela, alambre, y cualquier cosa que les sirviera para su propósito.
    Una cosa era construirlo y otra esconderlo en el lugar que se supone los mantenía presos y por ello construyeron una pared falsa en el ático y había 12 presos que serían vigías para anunciar cuando se acercaran los guardias.

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    El planeador se debió utilizar en 1945, pero como los aliados se acercaban, el comité de escape decidió usarlo sólo si la orden de ejecutarlos se presentaba. Así se lanzaría para alertar a las tropas cercanas.

    Al final no se utilizó pues el campo fue liberado con éxito, aunque esta historia se convirtió en parte del folclore de la Segunda Guerra Mundial.

    Al respecto de este capítulo se han realizado películas y miniseries de televisión, donde se menciona el nombre del planeador como el ‘Colditz cock’ o gallo de Colditz.

    Ese tiempo en prisión y sus aventuras que a poco estuvieron de costarle la vida le recompensaron cambiando sus dos blasones por una corona en la insignia de su uniforme, que significaba un salto de sargento directamente a mayor sin pasar por capitán.

    Terminada la guerra, volvió a las carreras, su pasión.

    Compitió en ese primer Gran Premio Británico en 1950, luego lo volvió a hacer en 1953 y finalmente en 1955, aunque en los tres tuvo que abandonar por fallas mecánicas.

    Como era de esperarse en la época, corría en varias disciplinas y entre sus éxitos ganó las 24 horas de LeMans en 1953 con Duncan Hamilton.

    Para 1955 fue testigo de la muerte de 80 aficionados en LeMans y decidió que no volvería a competir y se retiró, pero no se alejó del todo del automovilismo, pues fundó una empresa que desarrolló la tracción en las cuatro ruedas y se convirtió en socio de varios fabricantes de automóviles importantes.

    Historiadores ingleses recopilan información publicada por décadas que lo describen como un hombre solemne, modesto y encantador que vivió 89 años y que falleció en Warwick en 2005.

    Un hombre que por lo visto, dejó uno de esos relatos que encantan a los niños y que a los aficionados de las carreras, fascinan. Casi como una novela de suspenso y aventuras convertida en ‘best seller’.

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