Pocas emociones tan grandes como ver burbujas en el aire. De pequeños soñamos con verlas volar, queremos tocarlas y que jamás se rompan.
Chicharito, la burbuja que jamás se rompe
Aunque muchos la quieren reventar, ella sigue volando por todos lados.
Hace dos lustros fuimos testigos de la formación de una burbuja que con el tiempo se fue haciendo más y más grande. Muchos han deseado que se rompa o estalle pero, por más que la han tocado, la burbuja no se revienta.
Otros, en cambio, la aman y la idolatran.
En el infierno inglés, en el paraíso español o en el purgatorio mexicano ha sobrevolado intentando dar alegrías. Su nombre es el pan de muchos, del que unos se alimentan y del que otros se atragantan.
Son años de verla volar. Cada seis meses las sueñan en otros terrenos y, cuando cambia de aires, la ilusión por verla se renueva, las críticas regresan y el ciclo se reinicia.
Inflada o no, odiada u amada, la burbuja no se rompe. Y hoy llega al sitio donde otras burbujas flotan. Como cuando eres un niño, la ves volar y quieres que no se reviente nunca.