Es probable que lo más valioso de la Copa América 93 para el Tri no haya sido el subcampeonato obtenido tras perder la final ante Argentina. Sino la revaloración ante sí mismos y ante el mundo de un fútbol que había sufrido momentos de gran tristeza y conflicto.
Cuando el Tri pasó de la oscuridad a la final, el debut histórico de México en Ecuador 93
El Tri se presenta este domingo en la Copa América Centenario. Es un buen momento para recordar su histórico debut en la competencia en Ecuador 93. Salió de la oscuridad y llegó a la final.
Porque coincidentemente, el inicio de las participaciones de México en el torneo de la Conmebol cerró la etapa más oscura del fútbol azteca e inició el boom del Tri.
Tras el castigo de dos años de la FIFA por el caso de los “cahirules”, el fútbol mexicano vivió un reacomodo en los más altos niveles. Directivos fueron y vinieron, pero en medio de todo consigueron que México fuera invitado a la Copa América Ecuador 93.
Miguel Mejía Barón se hizo cargo del Tri tras otro desfile de técnicos que incluyó a César Luis Menotti. Y con una mezcla de futbolistas jóvenes como Claudio Suárez y Jorge Campos y de experiencia como Benjamín Galindo y Hugo Sánchez, enfrentó la aventura.
Pero antes de ello, otro conflicto. El 7 de junio de 1993, el equipo decidió no viajar a tierras sudamericanas si los directivos no desaparecían el recién creado régimen de transferencias de jugadores conocido como “ Draft”.
Luego de largas negociaciones, de amenazas a los futbolistas y de insinuaciones a Mejía Barón de que llevara otros jugadores, por fin optaron por emprender el viaje con la promesa de revisar el “ Draft”.
Luego vino la epopeya. El debut ante Colombia y la derrota de 2-1 con el “fantasma de Machala” de fondo. Aún así se mostró un fútbol vertiginoso y con una identidad propia que llamó enseguida la atención.
Argentina fue el siguiente rival y lo visto en el juego anterior se confirmó tras un empate a un gol.
Jorge Campos era materia de estudio en la prensa de todo el mundo con su extravagante forma de vestir y su espectacularidad, al igual que por su eficacia en el arco. La personalidad de Claudio Suárez, la prestancia y técnica de Benjamín Galindo y de Ramón Ramírez, de igual manera.
El tenso duelo y el empate ante Bolivia con la lesión de Claudio Suárez por una patada de Marco Sandy le siguieron. Con dos puntos, el Tri se clasificó como mejor tercer lugar y entonces vino lo mejor.
Dos exhibiciones excelsas ante Perú y Ecuador con victorias de 4-2 y 2-0 respectivamente. El equipo mexicano con su desenfado, sus cualidades técnicas- tácticas fue la sensación de la competencia.
Sólo Argentina con una experiencia probada en estas lides pudo detener al equipo mexicano en la final al vencerlo 2-1. El Tri fue para propios y exraños el equipo revelación del torneo. Pero aún les aguardaba la mayor de las sorpresas.
El recibimiento en México fue apoteósico. Miles de aficionados salieron a las calles a vitorear a sus jugadores y en un hecho sin precedente fueron directo del aeropuerto a Los Pinos.
México revaloró su fútbol, ante sí mismo y ante el mundo, mucho antes de lo esperado. Le enseñó al planeta fútbol la mejor de sus caras y sus posibilidades. Hay quien piensa que surgido de la oscuridad y a puro golpe de talento, ese Tri es el mejor de todos los tiempos.