Alejandro Sabella fue el primero en darse cuenta que el 4-3-3 estilo FC Barcelona es impracticable para el fútbol de selecciones. Era el 2014 cuando el entonces seleccionador argentino optó por un 4-4-2 con Lionel Messi y Gonzalo Higuaín como arietes, con tan buenos resultados que casi gana el Mundial de Brasil.
El ocaso de Lio Messi
La presencia de “La Pulga” más Ángel di María y Sergio Agüero en el tridente ofensivo condiciona el juego para una Argentina sin tiempo para trabajar.
Desde entonces, observar el juego de la selección de Argentina es un martirio para la vista del espectador neutral… Y un martirio para los hinchas argentinos.
Y es que tras la marcha de Sabella se impuso un modo de ver a la Albiceleste según el cual Messi es un náufrago en un mar de compañeros que ni lo entienden ni lo merecen. De modo que el problema argentino ha consistido en cómo arropar al 10. Cómo mimarlo. Cómo hacerlo feliz. Cómo evitar que una de sus varias renuncias se convierta en la irrevocable.
Jorge Sampaoli ciertamente no fue pionero en intentar copiar al Barça para acomodar a Messi en la selección. Antes, Sergio ‘Checho’ Batista imitó el ‘tiki-taka’ fallidamente, causando el desperdicio de Carlos Tévez cuando aún estaba rompiéndola en Europa. Desde entonces, surgió ese dicho tan políticamente incorrecto de que Argentina es la escuadra de los “Messi Friends.”
El batacazo contra Selección Colombia en la Copa América Brasil 2019 evidenció nuevamente que el 4-3-3 argentino es un barco haciendo agua ante almirantes estudiosos como Didier Deschamps o Carlos Queiroz, cuyo oficio es saber por dónde se abre siempre el boquete.
Ponerlos a Messi, Di María y Agüero adelante implica desproteger a los de atrás. “Su gol fue de contragolpe,” dijo Lionel Scaloni en rueda de prensa, descubriendo que el agua moja y que el fuego quema. El fútbol demanda sacrificio. Jugar con tridentes ofensivos con ida pero sin vuelta es al balompié lo que bajar la guardia es al box.
Ernesto Valverde es un hombre inteligente. Aprendió la lección dejada por Sabella. Su Barcelona habría de jugar al 4-4-2 con Messi junto a Luis Suárez para no desproteger la retaguardia. Que se sacrifiquen los de atrás para que el de adelante pueda flotar. Empero, resulta que los Piqué y los Busquets tampoco son los de antes. Se abre la chequera.
Pero en fútbol de selecciones abrir la chequera no es opción. La opción es el recambio generacional y quienes mejor lucieron para Argentina en una noche sombría fueron los centrocampistas Leandro Paredes, Giovanni lo Celso y Guido Rodríguez. Desde la banca, vio la derrota un joven llamado Lautaro Martínez.
Cada genio tiene su apogeo, pero también su ocaso. El cuento de los dos Messis ha llegado a su fin: el Messi jugador todavía está para disputar otra Copa del Mundo... Pero el Messi seleccionador debe dejar trabajar al próximo entrenador de Argentina para armar de una vez por todas al equipo que ha de suceder a los “Messi Friends.”