Lo que se vivió en Tennesse fue una auténtica fiesta, una celebración a la fraternidad coexistente entre aficionados mexicanos y estadounidenses, quienes convivían, bailaban, llegaban juntos al estadio, incluso hubo una mexicana que quiso comprometer para matrimonio a uno de las barras y las estrellas, pero este simplemente ‘se rajó’.
¿Cuál odio? Mexicanos y estadounidenses demuestran que la fraternidad va más allá de las barreras
Previo al Clásico de la concacaf, el ambiente y el ánimo fue de fiesta, alegría y color, más allá de las camisetas.
“Si gana México nos casamos”, dijo muy segura ella, mientras que él titubeó, no sabía qué contestar: “No lo sé, ya después lo vemos”, aseveró mientras huía de las cámaras.
En un día que era para celebrar no faltaron los enmascarados, las caras pintadas, los penachos, las banderas, los sombreros gigantes, era momento de sacar al superhéroe que uno lleva dentro. Y el mariachi se engalló ante la Capitana América, aunque eso sí, el perdedor debía lavar los trastes.
“ Si yo pierdo que ella lave los trastes”, aseguró el mariachi, pero su novia no quiso que la apuesta quedara inconclusa: “Pero si gana Estados Unidos tú los lavas… Nosotros vamos a ganar”, recalcaba entre risas esta pareja.
Y aunque los aficionados estadounidenses acudieron al llamado, fueron los mexicanos quienes por su colorido, tradición y música, ranchera, de banda, o a través del ritmo de los tambores, le pusieron sabor en todo momento.
Lo positivo para los estadounidenses es que están acostumbrándose a ver a sus niños jugar soccer, tal y como lo hacen los mexicanos. El estacionamiento del estadio de los Titanes tuvo diversos escenarios para entregarse a la labor del balompié.
Por ello, los mexicanos quemaron toda aquella señal que desee generarles odio ante los estadounidenses, como la cara de Donald Trump en el asador de la carne, ya que la hermandad está más allá de cualquier barrera.