La noticia del desmantelamiento del equipo anti-racismo de la FIFA levantó olas de polémica entre quienes piensan que el racismo y otras prácticas discriminatorias siguen latentes en el mundo del balón. Según boletines oficiales y declaraciones de la secretaria general, Fatma Samoura, “se han implementado programas que refuerzan el combate del racismo”.
¿Es ya la FIFA una simple agencia de relaciones públicas?
Las críticas no se hicieron esperar tras el anuncio de que el máximo organismo de fútbol profesional anunció la disolución de su grupo en contra de racismo.
Diez días antes a este anuncio, el presidente del organismo rector del fútbol mundial, Gianni Infantino, recibía en la sede de Zúrich al presidente del FC Barcelona, Josep María Bartoméu. Como si se tratara de la firma de un acuerdo de paz, Infantino y Bartoméu restablecieron relaciones diplomáticas tras el castigo que la FIFA le impuso al Barça por fichar futbolistas extranjeros menores de edad en 2014.
En los vestíbulos de los edificios donde se toman las decisiones que impactan al fútbol, la reunión FIFA-Barcelona fue interpretada como una estrategia de Infantino para evitar que los clubes más ricos y poderosos rompan lazos con la FIFA. Por años se ha especulado en la posibilidad de que Real Madrid, Manchester United, PSG, Bayern Múnich y otros se harten de reglamentaciones y fechas FIFA y decidan organizar sus propia competición de élite.
Estos súper equipos habrían logrado ya someter a la UEFA durante la última etapa de Michel Platini, dando marcha atrás al “Fair Play Financiero”, y ahora llevarían mano frente a un Infantino debilitado al interior de la FIFA. Si el nuevo presidente quiere reconstruir la estructuras políticas derrumbadas tras la salida de Joseph Blatter, él habría pues de tener a estos clubes europeos de su lado de la trinchera.
La nueva diplomacia de la FIFA no está reducida a lidiar con Barcelona o Real Madrid o Bayern Múnich. Durante la convención global Soccerex celebrada hoy en Manchester, Inglaterra, Samoura entregó el primer premio FIFA a la Diversidad como contrapeso a la disolución del equipo anti-racismo. “La triste realidad es evidente aquí en Europa, donde miles de refugiados luchan contra la discriminación día tras día. Como si el ser forzados a abandonar sus hogares no fuese ya suficiente”, dijo en su discurso la secretaria general.
Sin embargo, las palabras de esta funcionaria sobre la crisis de refugiados y la lucha que el fútbol debe librar contra la discriminación quedarán en mero discurso político si no hay iniciativas con resultados duros. Aunque la nueva administración de la FIFA resultó electa prometiendo limpiar las prácticas corruptas y deshonestas que caracterizaron los 17 años de Blatter, la FIFA no sólo tiene tareas pendientes hacia dentro, sino también hacia fuera.
Mencionar la crisis migratoria, entregar premios a la diversidad y normalizar relaciones con clubes como el Barcelona suena bien; pero si el discurso no conlleva acciones entonces se dirá que la FIFA se ha transformado en una agencia de relaciones públicas.