En aquella ocasión disputaban los cuartos de final en Copa del Rey, Sevilla se metió al Benito Villamarín y después de un gol olímpico de Nabil Fekir vino un tubazo desde la grada a Jordán que derivó en la postergación del juego al siguiente día sin público.
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Tras la victoria bética con tanto de Sergio Canales, Andrés Guardado celebró con una imitación sobre lo acontecido el día anterior: Tomó una botella de agua, simuló que le impactaba en la cabeza y se tiró al pasto, lo que provocó la risa de sus compañeros.
El acto fue condenado por el Club Sevilla y el técnico del Betis, Manuel Pellegrini, también desaprobó las actitudes burlones en contra del rival, pues consideró que el futbol debe estar libre de violencia.
En el marco de un nuevo Derbi en LaLiga, Guardado es el enemigo número de los fans en Nervión y así se lo hacen saber, aunque el mexicano está en la banca después de haber sido titular a mitad de semana ante Zenit por la Europa League.
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