Ser del Atlético de Madrid es una vida destinada al sufrimiento. No entienden de la gloria sin dolor hasta el último suspiro.
Raúl Méndez | La vida en rojiblanco
Ser del Atlético de Madrid es una vida destinada al sufrimiento, no entienden de la gloria sin dolor hasta el último suspiro.
Fue el propio Vicente Calderón, el eterno presidente colchonero, el que inmortalizó la frase del Pupas por su mala suerte luego de perder aquella primera final europea frente al Bayern Munich en 1974.
Y hasta en las inolvidables campañas de abonados, un padre era cuestionado por su pequeño hijo: “Papá, ¿por qué somos del Aleti?”. Y el silencio imperaba sin encontrar una respuesta a la inocente, pero reveladora inquietud.
Hasta la última jornada habrá campeón de liga en España. Partido a partido, Atlético de Madrid fue dilapidando una ventaja que parecía inalcanzable y que se ha visto reducida a dos puntos por Real Madrid, su némesis por excelencia, el que le arrebató la Champions en tiempo extra y luego en penales.
Atlético debe demostrar que no está condenado por su pasado y puede lidiar con la presión propia de un grande, como ha sido su aspiración.
El equipo identificado con las causas casi perdidas tiene en Diego Simeone al hijo pródigo que formó parte del célebre equipo del Doblete y ahora tras una década al mando lo ha convertido en un equipo de autor.
Intenta ser más estilista que en temporadas anteriores porque cuenta con más artistas que obreros para jugar. Intenta tener el balón y atacar pero cuando tiene ventaja, misma que no puede ampliar por la falta de contundencia, se repliega por esencia y comienza el sufrimiento al ceder la iniciativa al rival porque ya no tiene la consistencia defensiva que daban Miranda y Godín.
Viene de remontarle al Osasuna en los últimos minutos y se ganó el derecho de depender de sí mismo. Sería una tragedia para el Atlético perder la liga en la última jornada y que vaya a parar a las vitrinas del Real Madrid, en el que Zinedine Zidane ha tenido que recurrir a los que parecían predestinados a un rol muy secundario y ahora son los responsables de llegar al final con aspiraciones de campeón.
Además de la catástrofe que significaría perdería la liga, peor aún si Real Madrid levanta el trofeo desparramado por los rojiblancos a centímetros de la meta.
Tendrían que lidiar con la doble vergüenza de perder el cetro para regalarlo al Madrid.
Quedan noventa minutos de sufrimiento.
Hasta la próxima semana. Cuídense mucho, por favor.