Leía el otro día a un amigo en Facebook que provocaba a los barcelonistas diciendo que Cristiano era el mejor jugador del mundo porque estaba cerca de ganar su quinta Champions League, las mismas que había ganado el Barça en toda su historia. Sé que mi colega lo hacía con ánimo de subirse a un cuadrilátero de pasiones porque las discusiones entre Messi y Cristiano son como su viagra natural.
La Tinta Indiscreta: El inteligente es Messi, no Cristiano
Uno es una máquina física, que arrolla estadísticamente; el otro piensa, crea, tiene una solución mental a cada problema.
Sin responderle, me fui a la cama pensando si habría una razón suficientemente poderosa para hacerle entender a los estadistas que el futbol es tan grande, tan emocional, tan pasional, que irse solo a las estadísticas para sacar conclusiones sería como hacer del futbol una ciencia cuando es el deporte menos científico de todos.
Me puse el perfume antisoberbia y viajé al Mundo Cristiano Ronaldo. Ahí me encontré un súper atleta convertido en futbolista que a través del esfuerzo físico evolucionó hasta convertirse en una máquina portuguesa de marcar goles. Cristiano no es un arquitecto del futbol, sino un estadista. Rompe récords. Es práctico. Tiene un porcentaje de definición altísimo. Es contundente. Competitivo como el que más. Descubre una nueva herramienta para definir y la trabaja incansablemente hasta perfeccionarla, como su chilena, pero siempre de una en una, sin saltarse un paso. Podríamos decir que Ronaldo tiene una estructura del pensamiento clásica que se sustenta en la repetición.
Salí del mundo Cristiano Ronaldo convencido de que en ese lugar existe la perfección gracias al sacrificio. Volví a mi oscuridad nocturna y me puse el perfume antihumildad para viajar al Mundo Lionel Messi. Al llegar y pasar migración, me di cuenta que el sistema que regía estaba regulado por la improvisación. Las leyes no se aplican con rigor, sino que se interpretan de acuerdo a cada circunstancia. Messi no practica, compone. Messi no repite, interpreta. Messi no estudia, improvisa. Messi tiene una solución distinta para cada problema, porque cada problema que se le presenta en el campo es diferente al anterior. En su mundo, las fórmulas matemáticas no existen, es como si Messi fuera un sastre, a cada aficionado le ofrece una jugada distinta para no repetirse. Messi no repite, innova.
Salí del mundo de Lionel y volví al insomnio de mi noche. La respuesta estaba en la inteligencia. El mejor futbolista no debe determinarse solamente por los números que va sumando a su libreta estadísticas, que sí, es muy importante, sino a la inteligencia con la que se desarrolla en el campo. Al final, hay dos tipos de alumnos: los que estudian para sacar 10; y los que no estudian y sacan 10. Cristiano es como los primeros mientras Messi es como los de después.