Saprissa y América tienen varios puntos en común: en sus respectivos países son los equipos más amados y odiados; las televisoras más importantes de Costa Rica y México poseen acciones de los clubes y son los más ganadores en su tierra.
El 'Monstruo Morado': el equipo del siglo de Concacaf al que tendrá que superar el América
Saprissa es el equipo más ganador de Costa Rica y su estadio es uno de los más temidos de Concacaf, donde clubes y selecciones mexicanas han visto su suerte.
En Costa Rica, quienes no le van al Saprissa dicen que el único morado con el que simpatizan es con el billete de 50 mil colones, el de más alta denominación. Las familias ticas suelen dividirse entre los “morados”, la Liga Deportiva Alajuelense y el Herediano, los tres clubes grandes de aquel país. Acaso en arraigo, el Cartaginés se les puede acercar, aunque el equipo de la “Vieja Metrópoli” carga sobre sus hombros una maldición de casi 80 años sin ser campeón.
Ser del Saprissa implica aguantar el encono de los rivales, del resto del país, pero también es presumir la vitrina más grande de Costa Rica: 33 campeonatos de la liga local, ocho de la Copa y tres de Concacaf, que lo convierten, además, en el equipo no mexicano con más títulos de la región.
Saprissa es el único equipo de un país diferente a México que ha representado a Concacaf en el Mundial de Clubes: lo hizo en 2005, cuando vencieron a los Pumas en la Final de la región, y fueron terceros en el campeonato del orbe celebrado en Japón.
En aquella época, Jorge Vergara era dueño del equipo, al que tuvo en su poder de 2003 a 2011. Justo entonces fue cuando el Consorcio “Horizonte Morado” le compró todas sus acciones, una asociación entre los empresarios Juan Carlos Rojas, Edgar Zurcher y Televisora de Costa Rica (Teletica).
No sólo eso: la IFFHS declaró a los ‘Morados’ como el equipo del Siglo XX del área de Concacaf, una clasificación en la que el equipo mexicano mejor colocado fue el Necaxa, en la séptima casilla.
Su estadio, el Ricardo Saprissa, fue la fortaleza no solo de su equipo, sino también de la selección tica por mucho tiempo, hasta que en 2010 se completó la reconstrucción del Estadio Nacional. Sus tribunas albergan a 23 mil aficionados y se separan de las líneas del campo de juego por apenas unos metros.
El griterío de una hinchada entregada y escandalosa inevitablemente presiona al rival que, además, tiene como telonero de lo que puede ser una historia de terror que en los vestidores tiembla y se azotan las puertas antes del partido, ya que encima de ellos está la grada sur, donde brinca la “Ultra”, la barra más grande no sólo del Saprissa, sino de toda Costa Rica.
Un vigor que se acrecenta especialmente cuando un equipo mexicano es el que visita al local, ya sea en partido de clubes o de selecciones. Decir que el “Monstruo Morado” pesa no es tan metafórico como parece.
“La Cueva”, como se le conoce al Estadio Ricardo Saprissa, no esconde las huellas del paso del tiempo, pues fue fundado en 1972, hace ya cuatro décadas y media. Sus gradas prácticamente en su totalidad están levantadas a un ángulo de 45 grados, por lo que el espectador, de manera irremediable, se siente parte del juego. (No es apto para personas con vértigo ni acrofobia.)
Los ticos insisten mucho en que su país es pequeño. Por cada tico hay 26 mexicanos y su territorio es del tamaño del estado de Yucatán, pero decirle pequeña a una nación que vive en paz sin ejército desde 1948 y que consume el 99 por ciento de su energía proveniente de recursos renovables es para pensarlo dos veces. Lo mismo pasa con el fútbol: un estadio de tamaño y forma similar al viejo Nemesio Diez de Toluca es una de las aduanas más difíciles del lado norte del continente americano.
Un ejercicio de mentalidad y aplomo es lo que tendrá el América ante el 33 veces campeón de Costa Rica.