América y Guadalajara ya se habían enfrentado en varias ocasiones entrando en la década de los 70. Desde entonces, ambas escuadras eran ya dos de las más seguidas en la Liga Mexicana y la rivalidad entre ambas era innegable en aquella época.
Sobre esta Roca edificaré un Clásico
José Antonio Roca es uno de los mayores símbolos del Club América y artífice definitivo de la rivalidad contra Chivas
Chivas venía de llevar la mejor década de su historia, por lo que el conjunto americanista representaba la más férrea oposición al dominio que tenían los tapatíos en aquel entonces en el balompié nacional. Para darle imagen a la resistencia, el conjunto americanista necesitaba un rostro, un líder que fungiera como la principal sombra para doblegar a los rojiblancos. No, no fue Carlos Reinoso, al menos en un principio.
José Antonio Roca García, exjugador profesional, llegó a la dirección técnica del conjunto capitalino en la campaña 1970-1971. En su primera campaña como estratega, llevó al América a ganar el título en la primera Liguilla en la historia. Pero su aporte para el americanismo sería algo mucho más valioso, algo de una trascendencia inigualable e incalculable.
Roca asumió el rol de ser la imagen para opacar el dominio de Chivas. El estratega se definió como el “Antichiva número uno” del país, sin olvidar los descensos sufridos por su entonces amado Zacatepec a manos del Guadalajara y las preferencias que tenían los jaliscienses para formar las selecciones nacionales de entonces.
Su animadversión por Chivas acabó por dotar al Club América con las armas suficientes para hacerle frente al Guadalajara; el título en la campaña 1971 regresó a los de Coapa a los primeros planos futbolísticos después de una etapa oscura, mientras que la actitud “antichiva” acabó por encender los ánimos de un duelo que ya acaparaba reflectores en la Liga Mexicana; el clímax de la enemistad deportiva llegó cuando José Antonio Roca repitió una frase que había dicho tiempo atrás pero ahora en referencia directa al Rebaño previo a un Clásico: “los enanos nuca crecen”.
Sólido como su apellido, Roca respaldó sus críticas a Chivas con actuaciones destacadas frente al acérrimo rival. En sus dos etapas al frente del Club América (1970-1975 y 1978-1981) el estratega doblegó al Guadalajara en 8 ocasiones, empató en 6 y solamente perdió en 2 ocasiones.
Pero incluso en la derrota, José Antonio Roca fue lo suficientemente iluminado como para dotar al americanismo de gloria tras la adversidad en los dos Clásicos en los que sufrió el revés, especialmente el del 21 de octubre de 1973. Octavio Muciño anotó el único gol con el que Chivas vencía al América en el Estadio Azteca.
Todavía con la frase “los enanos nunca crecen” muy presente al término de ese partido, José Antonio Roca dio una aportación monumental en pro del americanismo y en detrimento de Chivas con otra frase: “el burro que tocó la flauta”.
A pesar de tener un pasado muy ligado al Zacatepec y de nunca haber jugado con América, José Antonio Roca es asociado más como símbolo azulcrema. Él mismo declararía su amor eterno por la escuadra capitalina. El rencor deportivo hacia el odiado rival creció exponencialmente bajo su gestión y tuvo éxito en opacar al Guadalajara en la década de los 70.
El “Antichiva número uno”, quien siempre prohibió a sus jugadores intercambiar playeras con el Guadalajara al final de cada encuentro, heredó la pasión por los colores americanistas a jugadores de la talla de Carlos Reinoso o Enrique Borja, fue la chispa definitiva para que el encono más importante en el futbol mexicano explotara, una chispa que sale de una roca.