Dos amigos, uno azulcrema y el otro azul celeste, se dieron cita en el Estadio Ciudad de los Deportes para lo que sería un partido de pronóstico reservado, pero con la ligera ventaja de un América que en los últimos años ha sido despiadado con La Máquina.
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Esta ventaja en las estadísticas tenían muy confiado a nuestro amigo americanista, quien desde la previa del partido lució altanero y bailarían mientras sorbía su michelada.
Por otra parte, el amigo celeste siempre mantuvo la calma ante las burlas y la altanería de su compañía en la grada; hasta se podría decir que lució, a ratos, preocupado ante una nueva derrota o hasta goleada por parte del América.
Los pronósticos en contra se cumplieron para el seguidor de La Máquina en apenas 17 minutos con el gol de Brian Rodríguez y todo parecía que la noche sería larga. El calvario para nuestro amigo celeste terminaría al minuto 44 de la primera parte con el empate Giakoumakis.
Sin embargo, el gol que liberó la ira guardada del seguidor de Cruz Azul fue el segundo cortesía de Ángel Sepúlveda, conviertiendo la altanería de su amigo americanista en incredulidad ante la goleada de La Máquina que terminaría por darle la vuelta al marcador 1-4.
