Nadie se acuerda ya del papel de Juan Antonio Luna en una de las victorias internacionales más dulces para el Americanismo. Eran los octavos de final de la Copa Libertadores 2008 y el América debía revertir un resultado muy adverso ante el Flamengo de Río de Janeiro en el Maracaná. Rubén Omar Romano había renunciado días antes y la directiva no tuvo otra alternativa más que el interinato del ‘Cabezón’.
‘Cabezón’ Luna: lo bueno casi no se cuenta…
El 'Cabezón' es un buen técnico con pocos reflectores
Sus águilas hicieron posible lo imposible: golear 3-0 al club más popular del Brasil en su propio patio. Nadie se acuerda ya que la estrategia de Luna fue digna de maestro ajedrecista; línea de cinco, golpes quirúrgicos, letalidad en táctica fija y -¿por qué no?- una dosis de fortuna siempre necesaria para ganar. Luna había de guiar a los azulcremas hasta las semifinales del torneo continental, instancia en la que cayeron a manos de la Liga Deportiva Universitaria dirigida por un tal Edgardo ‘Patón’ Bauza.
El mérito de Luna no fue considerado por la directiva de Coapa y así el ‘Cabezón’ terminó entrenando en otras divisiones de la liga mexicana.
Llegó el año futbolístico 2012-13 y Luna se hallaba dirigiendo a los Reboceros de La Piedad. De la nada, el ‘Cabezón’ ascendió a la franquicia a la Liga MX y antes de hacer el debut su propietario, Fidel Kuri Grajales, migró al equipo de Michoacán hacia el puerto de Veracruz. El técnico permaneció en el banquillo, con la libreta de anotaciones y el bolígrafo para redactarlas mientras observaba los eventos del césped.
La paciencia fue escasa con Luna. Se rumoreó que Carlos Reinoso movía los hilos detrás de él. Cuando Luna finalmente fue separado de su puesto, el ‘Maetro’ chileno asumió el cargo, reforzó la plantilla, los resultados llegaron y el equipo escualo transitoriamente se olvidó de cocientes.
Sin embargo, el fantasma del cociente vuelve a rondar el ‘Pirata’ Fuente. Sin Reinoso, los Kuri han resuelto confiarle la dirección técnica de este equipo al hombre que lo ascendió a primera. De bajo perfil, sin declaraciones altisonantes, este peculiar estratega cuya carrera tiene sus propios méritos es el encargado de salvar a los Tiburones.
De lograrlo, la buena historia de Luna, aunque casi no se cuente, habrá contado mucho.