Qué lejos se ven aquellos tiempos del ‘Subcampeonísimo’. De Cruz Azul se podía decir que no sabía jugar ni ganar finales, pero lo que se le tenía que agradecer era que, para perder un juego por el título, había que estar ahí.
EDITORIAL: Cruz Azul y la década perdida
Y llega un momento en el que ya se empieza a extrañar el término 'Subcampeonísimo'.
No hablaré de antaño donde los viejos tiempos nos recuerdan que Cruz Azul era un equipo ganador. Me enfoco en la primera década de este siglo donde la Máquina mostró versiones espectaculares, ganadoras y divertidas que, si bien no se reflejaron en un título, si daba gusto seguirlas.
El Cruz Azul de esta década debe ser sin temor a equivocarme, la versión más triste y sombría de la historia del equipo. La final contra América se llevó al último equipo celeste que dio gusto ver; aquel gol de Moisés Muñoz se robó el espíritu de la institución.
Rayos y maldiciones para un Cruz Azul sin alma
La década perdida, los años oscuros. Esos que se confirmaron con el gol de Luis Montes cuando Cruz Azul quedó eliminado en cuartos de final luego de ser líder general. Llegaron tiempos negros que finalizaron con la enésima etapa de Luis Fernando Tena al frente del plantel.
¿Y después? Las abominables eras de Sergio Bueno y de Tomás Boy. La irregular etapa de Paco Jémez, enaltecida y un poco exagerada por los raquíticos procesos anteriores. Y finalmente, lo complejo que está siendo el nuevo proyecto de Pedro Caixinha.
Jamás pensé decirlo, pero cómo se extraña aquella etapa del ‘Subcampeonísimo’. De ese Cruz Azul queda poco hoy en día. El juego ante Necaxa nos recuerda lo miserable que a veces es ser hincha de la Máquina; apoyando, apoyando y apoyando sin recibir nada a cambio.
Los planteles de Cruz Azul podrán ser espectaculares en cuanto a nombres, pero la cohesión es inexistente. Así, el desfile de futbolistas y técnicos sigue dándose sin que, en el fondo, el equipo juegue a algo. Quizá, esa es la única ventaja que Paco Jémez le dio a la Máquina del campeonato anterior: un poco de estilo.
La Máquina siempre ha tenido un sello, gane o pierda, teniendo vitalidad, fútbol o ‘amigdalas’, como diría Hugo Sánchez. Cruz Azul es, o fue, un equipo que siempre jugaba correctamente y que era divertido seguir. Los sábados a la tarde eran augurio de ver 90 minutos de buen juego; pero eso también se perdió.
Cruz Azul desespera, y desespera mucho. Fastidia más allá de hacer enojar. Es más, de un tiempo para acá no genera mayores sentimientos, ni siquiera burlas.
Antes, en la etapa del ‘Subcampeonísimo’, se anhelaba un título. Ahora, la afición cementera se truena los dedos por al menos, festejar un gol en su propia casa, por disfrutar un triunfo en su estadio. Ya ni eso sucede en esta nueva etapa, en esta maldita década celeste que se está convirtiendo en eterna.