La primera ocasión que fui profesionalmente al Estadio Azul fue en el 2005, el escenario era perfecto, el inmueble lucía pletórico para recibir a Rubén Omar Romano, quien había sido secuestrado en julio de ese año al salir del entrenamiento del equipo en La Noria, Xochimilco. Probablemente fue el punto cumbre de la afición cementera con su casa, el Estadio Azul; es cierto que vivieron momentos importantes con César ‘Chelito’ Delgado y años después con la dupla de ‘Tito’ Villa y el ‘Jimmy’ Lozano, pero ningún momento fue tan especial como aquella tarde cuando Romano fue liberado y volvió al banquillo del Estadio Azul.
Editorial | El Estadio Azul y su fecha de demolición: el final de una historia de desamor
La máquina jamás pudo hacer del antiguo estadio azulgrana una fortaleza, hoy tiene las horas contadas en la colonia Noche Buena.
En realidad, el Estadio Azul y la afición cruzazulina nunca lograron hacer una fortaleza, en gran medida por la irregularidad del equipo. Cuando Cruz Azul dejó su antigua casa, el Estadio Azteca, y se mudó al entonces Estadio Azulgrana, donde jugaba el Atlante, pretendían que tuvieran un espacio propio para sus seguidores y en el cual replicaran los éxitos conseguidos en el ‘ Coloso de Santa Úrsula’, pero la realidad es que dese 1996 hubo más lágrimas que sonrisas, una relación fallida. Todo comenzó tres años después de mudarse, en el Invierno de 1999, con la primera final perdida, fue el Pachuca de Javier Aguirre el equipo que dio la estocada, años después Cruz Azul vería como en esa cancha se coronaron Santos y Monterrey, eso sin mencionar los juegos de ida en las finales en las que no aprovechó ante Toluca y América.
La historia de desamor entre la afición celeste y el Cruz Azul comenzará el próximo 2 de julio, cuando inicie la destrucción del Estadio Azul, un inmueble que fue creado para el fútbol americano y que tuvo varios amores futboleros, como fue el América, e l Atlante, el más reciente fue Cruz Azul, nunca un equipo local salió campeón en este inmueble.
Espero, de verdad me encantaría que ‘La Máquina’ se despidiera de su casa con una vuelta olímpica; en un par de años existirá en el recinto donde una día hubo fútbol, solo un centro comercial, probablemente con una tienda especializada en postales de lo que un día fue el ‘templo cementero’.