Hace no mucho tiempo nos referíamos a la afición de Monterrey como la mejor de México. El fútbol se vive ahí con una intensidad que no existe en ninguna otra plaza de México y de eso doy fe, pero esta tarde todo quedó rebasado.
El Clásico Regio: de la fiesta de la Final a la zozobra de la violencia nunca antes vista
Diez meses después de la Final entre Tigres y Rayados, la pasión de la afición más intensa de México se desbordó horas antes un nuevo partido entre ellos.
Aficiones de Pumas, América, Chivas y Atlas, entre otras, en algún momento han sido señaladas por broncas generalizadas entre aficionados. En estadios como el Olímpico y el Azteca existen desde hace muchos años operativos perfectamente coordinados para evitar encuentros entre las barras, pero lo visto esta tarde en Monterrey son cosas que no se habían visto antes.
Un aficionado apuñalado luchando por su vida y vehículos persiguiendo para atropellar a hinchas han sido visto en videos que empezaron a circular por redes sociales minutos antes del inicio programado del partido entre Tigres y Monterrey, uno de los duelos más esperados de la temporada por la pasión que genera y la manera en que divide a la ciudad.
La división era, hasta esta tarde, metafórica. El fútbol se ha vuelto sinónimo de guerra en un país lastimado por la violencia del crimen organizado en la última década. Ni siquiera el deporte más popular de México es un refugio para huir de ella.
Esta vez, bastaba llevar una playera de un equipo para ser agredido por un desconocido. La sentencia por ese crimen es ser apedreado, apuñalado, acorralado por vehículos y, probablemente, perder la vida.
Es más, esto ni siquiera ocurrió en las afueras del estadio, sino a más de dos millas de él en línea recta, y cinco millas de distancia en automóvil. En Monterrey, una persona puede ir en cualquier lugar de la ciudad con la playera del rival para desatar la ira ajena.
Preocupante es también que no hubo siquiera un pronunciamiento de la Liga MX antes de iniciar el partido, que comenzó según lo programado, sino hasta 15 minutos después del silbatazo inicial. Habrá un debate largo por los próximos días sobre si se debió jugar o no. La seguridad de los aficionados al fútbol quedó relegada a segundo término.
Si la Final del Apertura 2017 cambió al Clásico regio para siempre, los hechos de este domingo lo harán también.
¿Cuánta gente dejará de ir a los estadios y vestir las playeras de sus equipos?
¿Qué necesitamos que pase para entender que este es solo un juego?