Cuenta la leyenda que los seleccionados españoles que jugaron contra Paraguay en los mundiales de Francia 1998, Corea y Japón 2002 y Sudáfrica 2010 se quedaron estupefactos al escuchar y no entender ni pío del habla de los futbolistas albirrojos. “Pero ¿qué hostia es esto, tío?”.
Esta es la razón por la cual "no se le entiende" a Cecilio Domínguez
Muchos anti-americanistas se han mofado en redes sociales del modo de hablar del goleador paraguayo y esto tiene una explicación.
Inclusive, el fabricante de las camisetas que “La Albirroja” usó en su última presentación mundialista incluyó en las prendas la leyenda NAMEE KORASO MBARETE, que en castellano quiere decir: “¡Vamos a darles fuerza con todo el corazón!”.
¿Qué raro idioma es ese que no entendieron ni los españoles ni los fanáticos futboleros de Latinoamérica fuera del Paraguay?
Se trata del guaraní, la segunda lengua oficial de este pequeño país cuya población en su 95% la entiende y la domina mientras el castellano es hablado por el 90%. A diferencia de varios países de la región que perdieron sus raíces indígenas con la colonización y la independencia, Paraguay sigue reconociéndose como una nación “mestiza”.
De hecho, los etno-lingüistas (la gente que estudia las raíces de las lenguas) sostienen que el significado de la palabra “Paraguay” deriva de los vocablos guaraníes “Para” (agua) y “Guay” (nacimiento), de tal modo que Paraguay significa: “Nacido del agua”. Un nombre paradójico, si consideramos que, como Bolivia, Paraguay carece de salida al mar.
El acento del refuerzo americanista Cecilio Domínguez es el mismo de otros grandes futbolistas guaraníes que dejaron marca en la Liga MX, como José Saturnino Cardozo, Salvador Cabañas, Paulo Da Silva y Darío Verón. Los paraguayos son de carácter audaz, de tenacidad y de sangre fría.
Sin embargo, la juventud de Domínguez (22 años) aunado a sus orígenes humildes (solía trabajar como albañil) explican que su modo de hablar aún sea “original”, aún trae el guaraní y lo seguirá trayendo como todo buen futbolista paraguayo. Así como el té del “tereré” bebido masivamente en su país, el guaraní es un rasgo cultural sin el cual Domínguez no sería paraguayo.
Mientras Domínguez mantenga los atributos que hicieron que el América se fijase en él, su hablar más importante será sobre el césped y no frente a cámaras y micrófonos. Y cuando haya que escucharlo declarar, habremos de recordar ese idioma guaraní como seña de identidad que dice más que cualquier pasaporte.