Como en todos nosotros, en José de Jesús Corona hay una dualidad conviviendo permanentemente. Pero su intensidad, su personalidad, sus condiciones físicas y su fútbol la acentúan.
José de Jesús Corona, el ángel-demonio de Cruz Azul y el Tri
El arquero firmó una extensión de contrato con La Máquina y es probable que se retiré luego de cumplirla.
Dos momentos grandiosos en el arco nos recuerdan su lado más amable: el duelo ante Boca Juniors reforzando a Chivas en Copa Libertadores en La Bombonera (2005) y los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Cuando vistió la casaca de Guadalajara se paró en el barrio de la Boca con un garbo y un desparpajo a prueba de terremotos e incendios. Su noche fue perfecta: atajó, provocó e hizo que el partido se suspendiera por la multitud de aficionados que le arrojó objetos a su portería desde la tribuna.
Si hasta la redacción del diario Olé le otorgó un 10 perfecto, una rareza en su exigente redacción.
Es probable que en la historia del fútbol mexicano ningún portero exhibiera en un solo torneo el nivel de Corona en una competencia de alto nivel como él lo hizo en Londres 2012.
Sus lances ante Corea del Sur, Gabón, Suiza, Senegal, Japón y Brasil están enmarcados en la antología de grandes momentos del fútbol mexicano. Particularmente su actuación ante Senegal fue un concierto de idas y venidas que salvaron al Tri Sub 23 en al menos cinco ocasiones.
Pero Corona también tiene un lado oscuro. Lo mismo le pega al auxiliar de un equipo rival (2011) que se pelea en una disco para echarle la culpa a su primo y luego desmentirse a sí mismo de ello (2010) o agrede a un camarógrafo por esbozar una sonrisa mientras él pasa tras una derrota (2018).
Con todo, sus cualidades y defectos, le han dado para ser parte de la plantilla del Tri en dos Mundiales ( Alemania 2006 y Brasil 2014). Y con seguridad también lo veremos en Rusia 2018.
Ese es uno de sus pendientes; jugar una Copa del Mundo. Ni un minuto en dos competencias. En tierra amazónica, Miguel Herrera se decantó por Guillermo Ochoa en el último instante.
Su otro pendiente es un título de Liga. Su paso por el fútbol mexicano ha sido prolificó en reconocimientos personales, pero esteril en títulos. Debutó en Atlas, pasó por Tecos y finalmente juega en Cruz Azul desde el 2009. Y su nivel futbolístico siempre ha sido indiscutido.
Ha participado en tres finales de Liga (con Tecos en el 2005 y con Cruz Azul en el 2009 y 2013) y en todas ellas ha caído.
Este lunes se supo que firmó un par de años más con La Máquina celeste y a sus 37 años quizá esté sellando su contrato de retiro.
Aún tiene tiempo de conseguir lo que le ha negado el fútbol: un Mundial (esto tendría que ser ya) y una Liga. Que sea su faceta de angel la que muestre en sus últimos cuatro torneos bajo el arco.