Juárez y Pumas se movieron en la frontera de la cordura, de cualquier vestigio de razón para coquetear con la locura que llegó por partida doble, primero de jugar en un jueves por la noche en la Liga MX y, después, de regalar una cascada de anotaciones que convertían cualquier demencia en el más puro y disfrutable éxtasis futbolero.
Juárez y Pumas empatan en partido de locura de jueves por la noche
Ocho goles en la frontera en el inicio de la Jornada 2 del Clausura 2020 de la Liga MX.
La Jornada 2 se abrió con un empate 4-4 que no hizo más que ilusionar con un Clausura 2020 lleno de emociones tan fuertes que no entenderán de corduras, mucho menos de razones.
Darío Lezcano abrió todo a los 11’ con el cierre de una triangulación exquisita, pero los dirigidos por Michel respondieron con otra jugada colectiva que hacía honor a los trazos de su técnico en sus mejores épocas en el Real Madrid: tres minutos después, Juan Pablo Vigón aprovechaba un balón a profundidad para decretar el empate.
Unos segundos de igualdad no eran suficientes en la frontera, mucho menos de tranquilidad, eso lo entendieron bien los Bravos y un centro por derecha alcanzó a Darío Lezcano para que el paraguayo, de cabeza, enterrara el balón en lo más profundo de la meta a los 16’, sí, tres goles en poco más de cinco minutos, las puertas del manicomio llamado jueves por la noche estaban ya abiertas.
Diego Rolán extendió la ventaja de los locales vía penal (previa revisión del VAR) a los 26’ en lo que parecía ser un encuentro ya cómodo y tranquilo para los chihuahuenses… hasta que apareció esa dosis de anarquía que priva en cualquier locura y que encarnó en los pies del portero Iván Vázquez Mellado, lo suficientemente traviesos para impedirle al guardameta estar bien ubicado a los 38’ en un tiro de Andrés Iniestra que parecía inofensivo pero que acabó con el ‘oso’ del ex del Necaxa y en el segundo gol universitario.
La anotación del tapatío dio vida a Pumas que comandó prácticamente todo el segundo tiempo. Pablo Barrera multiplicó su presencia en toda la cancha y desquició a Esquivel y Fernández mientras que Favio Enrique Álvarez se estrenaba con los felinos a los 50’ tras otra gran jugada colectiva.
Y lo que faltaba… la voltereta, una que estaba tan cerca y lejos a la vez, con un balón caprichoso que no tenía preferencia de área pero que fue abandonado poco a poco por los dirigidos por Gabriel Caballero. Carlos González remató de cabeza de frente al marco para firmar ahora la ventaja visitante.
Imposible mantener el frenetismo en todo el partido, más con la casi congelante temperatura en la urbe fronteriza (casi 6 grados centígrados), pero los Bravos estaban en su hábitat y lo demostraron a los 79’ con el empate de Rubio.
Fue demasiado ya para ambos equipos, para los técnicos, incluso para los aficionados en el Olímpico. Saldado el empate con un apretón de manos con cuatro dedos como protagonistas, ocho tantos que permanecerán para la posteridad. Bienvenidos al manicomio llamado Clausura 2020.