Para 2002, el Club América vivía una sequía de títulos de Liga importante. Los azulcrema no habían conseguido un título desde 1989 y el director técnico Manuel Lapuente había llegado a la institución en busca de romper la maldición.
Momento 14: Misión dorada
América rompió una sequía de títulos de Liga en el Verano 2002 al vencer en una Final dramática al Necaxa con un gol de oro de Hugo 'Misionero' Castillo
Las Águilas habían conseguido la Copa de Gigantes de la Concacaf el año anterior y aunque a nivel internacional ya había ingresado un trofeo más a las vitrinas, era hora de que se ubicara un trofeo en el futbol mexicano. La oportunidad llegó cuando los de Coapa alcanzaron a clasificar a la Liguilla de forma infartante: en el último puesto que daba entrada a la Fiesta Grande, 27 puntos, igualado con Cruz Azul y Tigres aunque con mejor diferencia de goles.
Los pupilos de Manuel Lapuente dieron cuenta de La Piedad en Cuartos de Final. Los Reboceros, el equipo sensación de aquel certamen y líder de la competencia, sucumbieron con marcador de 6-2 ante los capitalinos mientras que en Semifinales rompieron el gran estado anímico con el que llegaba Pumas.
Entonces dirigidos por Hugo Sánchez, los universitarios parecían tener el pase a la Final tras empatar sin goles en la ida en el Estadio Azteca. En un encuentro memorable, las Águilas volaron en CU para ganar 2-1 en la vuelta.
Para la Final esperaba la mejor defensa del torneo: el Necaxa de Raúl Arias llegaba a la definición sin haber recibido gol en contra en toda la Liguilla y, por supuesto, como amplio favorito. El Estadio Azteca, casa de los dos equipos, recibiría los 180 minutos, o más, de la disputa por el Verano 2002. La tendencia para los rojiblancos parecía confirmarse cuando, en la ida, Necaxa ganó 2-0 con goles de Víctor Ruíz e, irónicamente, otro tanto de Luis Roberto Alves Zague, el máximo referente goleador en toda la historia americanista.
Para la vuelta, el Club América tenía que hacer la hombrada como "visitante" y lograr lo que nadie había hecho hasta el momento: anotarle al Necaxa en la Liguilla, y no solamente un gol sino dos para llevar la Final a la prórroga o tres si pretendía ser Campeón. Los de Manuel Lapuente iniciaron el encuentro con un ritmo abrumador, vertiginoso pero sin recompensa.
Para el complemento, las Águilas, al pendiente también de los contragolpes, practicaron un juego mucho más práctico que rindió fruto a los 58' con el gol de Christian Patiño. Por fin la cabaña de Nicolás Navarro se había roto y el momento climático estaba por llegar. Iván Zamorano, referente mundial de Chile, anotaba cuatro minutos después el tanto que hacía que la Final se definiera en tiempos extra y que derrumbaba un abarrotado Estadio Azteca.
Periodos suplementarios, dos de 15 minutos que podían acabarse en cualquier momento en caso de que cayera una anotación. América y Necaxa parecían intentar recomponer la compostura después del drama en tiempo regular. Una descolgada de los Rayos en la que Zague cedió el esférico a Carlos Gutiérrez puso a temblar a los azulcrema.
Gutiérrez hizo una finta y, desde fuera del área, sacó un disparo mortal, que bien valía un título, el gol de oro. Adolfo Ríos hizo quizás la atajada más espectacular y más importante de su carrera, no había marcha atrás, era a matar o morir, era la jugada que le daba un nuevo trofeo a los de Raúl Arias y justo cuando parecía que todo volvía a la normalidad, Álvaro Ortíz colocaba la pelota para cobrar un tiro de esquina por sector de la derecha para las Águilas.
El balón cobrado por Ortíz se levantó en un área poblada por amarillos y rojiblancos, entre todo el montón sobresalió la figura del argentino Hugo Norberto Castillo. El "Misionero" se levantó para impactar el balón con la testa.
¡El América es Campeón! Sí, después de 13 años, las Águilas hicieron oficial su nuevo título de Liga cuando la esférica conectada por el "Misionero" acabó en las redes. El gol de oro aparecía otra vez en el futbol mexicano, esta vez para coronar una Final memorable para el americanismo. La misión estaba completada.