Su nombre significa, “el que trabaja el oro” y viene de un tema netamente futbolístico, aunque de una historia un poco alrevesada.
Opinión | Aquel que diga que no le guarda un poquito de cariño a Oribe Peralta, miente
Hace 15 años, el 22 de febrero del 2003, "El Hermoso" debutó en la Liga MX. Tras tres lustros es uno de los jugadores más representativos en México.
Su padre -que no es seguidor del América-, lo escuchó en la década de los 70. Así se llamaba un jugador de las Águilas, Oribe Maciel. A don Miguel, le gustó y se lo puso a su hijo.
Aquel chico que lleva el oro en el nombre, y el trabajo y el talento en los botines de fútbol cumple este 22 de febrero 15 años de haber debutado en la Liga MX.
Un debut anecdótico
El sábado 22 de febrero del 2003, Morelia se enfrentó al América en el Estadio Morelos en un duelo de pura historia por los protagonistas.
Las Águilas ganaban 2-0 a los 86 minutos con goles de Pavel Pardo y Cuauhtémoc Blanco, y entonces Adolfo Bautista acortó distancias por los purépechas.
Apurando el paso en pos del empate, Rubén Omar Romano ingresó a los 87’ a Oribe Peralta. Un chico de 19 años originario de Torreón que un par de años antes había sufrido una fractura de tibia y peroné, y había pensado en abandonar el fútbol.
Aquel fue un debut meramente anecdótico y pese al talento que el fútbol mexicano sabía que tenía (en el 2004 algún diario europeo lo comparó con Ronaldo ‘El Fenómeno’ del Real Madrid), el chico tardó años en explotar.
Vagó entre la falta de oportunidades en medio de un fútbol que le da la prioridad a los jugadores extranjeros particularmente a los delanteros, y la falta de madurez de su balompié.
De Morelia pasó al León en la Liga de Ascenso, al Monterrey. De ahí a Chivas y después a Santos Laguna. Se fue a Chiapas y en el 2010 regresó a Santos, pero ahí por fin su fútbol explotó con un poder que, pese a todo, pocos esperaban.
Enseñó por fin la cadencia y la fuerza de sus piernas. Sus dribles controlados, sus remates precisos y preciosos. Su inteligencia con el balón en los pies y su intuición sin él. Pero sobre todo su liderazgo a prueba de piedras y misiles.
Fue el cacique que llevó a Santos al título del Clausura 2012 (ya había ganado con el mismo equipo el del Clausura 2008) y el refuerzo ideal de la Sub 23 que obtuvo primero el título de los Juegos Panamericanos del 2011 y luego el de los Juegos Olímpicos del 2012.
Con el oro de su nombre
Ahí fue exactamente donde el fútbol mexicano se asomó a las posibilidades de Oribe. El momento del oro de su nombre.
Ante Neymar y compañía, ante Brasil el monstruo del futbol mundial. Liderando a un grupo de chicos, se hizo leyenda en el imaginario colectivo futbolístico azteca.
Hizo los dos goles con que el Tri Sub 23 ganó la medalla de oro y cantó el “Cielito Lindo” en Wembley.
Dio un manotazo histórico a las telarañas y a los traumas mexicanos -que parece nunca se terminan de ir- de mediocridad y del ya merito. Aunque antes lo habían hecho los equipos Sub 17 en el 2005 y en el 2011, pero nunca a un nivel de tanta exposición mundial. Aquello fue claro y unánime. Sin pretextos.
Luego, campaña publicitaria de la firma de refrescos que lo patrocinaba de por medio, hizo algo que nadie había hecho antes en el fútbol mexicano. Le dio un giro a su apodo. Pasó de ser ‘El Horrible’ al ‘Hermoso’ y tras tantas sonrisas que enseñó y sacó a cada mexicano con sus triunfos, nadie se lo cuestionó.
Pasó por un Mundial con 30 años (fue pieza clave en el repechaje ante Nueva Zelanda) y llegó al América con la misma edad. Ahí se colgó otro título y se convirtió en símbolo de las Águilas. Se hizo en parte odioso a la enorme afición de aquellos que no siguen a las Águilas en el fútbol mexicano.
Pero seamos sinceros, tras tres lustros en la Liga MX, con tantos triunfos y detalles grandes en el fútbol mexicano. Con tanto esfuerzo entre la adversidad y determinación por destacar, con tantos momentos para recordar, aquel en el fútbol mexicano que diga que no le guarda un poquito de cariño, el mínimo si quieren, miente.