Antes que nada quisiera pedirle a los compañeros que se encargarán de publicar esta columna de opinión, que etiqueten a los involucrados. Mi intención no ha sido, no es, ni será nunca reventar o lanzar críticas duras con mala intención, sino brindar una opinión constructiva desde mi lugar y por supuesto aprovechar este espacio de privilegio para aportar algo, aunque sea mínimo. Ojalá ambos futbolistas puedan ver esta buena intención.
'Ruso' Zamogilny | Lainez y Chofis, trabajar para brillar
Dos jóvenes mexicanos talentosos de los cuales se espera ver pronto la calidad que pueden dar.
Quiero dejar en claro también, antes de ir de lleno al tema, que siempre he sido consciente de mis características como futbolista, ciertamente limitado en cuanto a mis capacidades técnicas y debo confesar que admiro en demasía a los jugadores que tienen ese gran talento que yo no tenía.
Me educaron para correr, para meter, para ganar las divididas y crecí desarrollando esas características junto a un instinto de supervivencia en el campo que me hacía jugar a dos o tres toques para así evitar mostrar mi torpeza con la pelota. Yo creo que del reconocimiento de esas limitaciones nace mi respeto y gran admiración por “los habilidosos”.
Esa calidad no se compra en la farmacia de la esquina, la traes de la cuna o la desarrollas con años de juego, pero el talento no es algo fácil de obtener. Pegarle bien a la pelota para ponerla donde uno quiere, driblar a máxima velocidad, ver espacios para un pase donde otros no vemos absolutamente nada, eso es talento y yo soy fan del que lo tiene.
Es por ello que hablaré primero de Eduardo López, la “Chofis”. De los mexicanos más talentosos y quién parece estar reviviendo de la mano del Flaco Tena. Con las características muy marcadas de aquellos antiguos “numero diez”, esa rara especie que prácticamente se ha extinguido con la reaparición de los volantes extremos.
El de Chivas tiene una zurda muy educada y es tan inteligente para moverse entre líneas como inconsistente en su rendimiento. A veces te da pinceladas mágicas y en otras ocasiones ni siquiera nos percatamos de que está en la cancha. Sin conocerlo en el día a día, podría decir que es un fuera de serie, pero ni con esa capacidad alcanza para marcar diferencia en estos días si no tienes el respaldo físico adecuado.
Cuando lo veo jugar me queda la sensación de que físicamente aun puede dar más (entiéndase, hablo de trabajar y mejorar en serio, ¡eh! No solo de bajar un par de kilitos) y ese cambio podría hacerlo una de las figuras del campeonato. A los 25 años un futbolista está en un momento dulce de su carrera, pero el tiempo corre, las oportunidades pasan y a Javier se lo ha esperado tanto que ya es momento de que muestre su mejor versión. Yo no vería descabellado incluso verlo en Selección Nacional si puede sostener el rendimiento de las ultimas fechas. La gran pregunta aquí es: ¿tendrá la voluntad y la disciplina?
Por otro lado tenemos a Diego Lainez, el ex americanista es bastante más joven que el del Guadalajara. Tiene 19 años y ostenta condiciones diferentes a la Chofis, éste es más encarador, picante para el uno contra uno, pero aún posee muchos aspectos de su juego por mejorar. Sus pocos minutos en el Betis son un golpe de realidad. Para mí su salida del América fue apresurada, pero no lo culpo, la oferta económica y deportiva fue irresistible.
Suele pasarle a los futbolistas explosivos y desequilibrantes que todo lo quieren resolver a fuerza de gambetas, driblando y tratando de quitarse rivales aun en condiciones desfavorables. A Diego le pasa. Gracias a su centro de gravedad bajo, tiene un cambio de dirección y de velocidad brutal. Aun así, pocas veces lo he visto hacer la diferencia donde debe, que es en el último tercio del campo. Necesita entender mejor el juego, aprender a poner en pausa su ímpetu, a posicionarse mejor y avanzar en la interpretación de cuándo encarar o cuando pasar. En este caso aun hay tiempo para evolucionar.
Dos talentosos mexicanos de los cuales siempre se esperan cosas distintas en el campo de juego. Ojalá veamos pronto de ellos lo que nos imaginamos que pueden dar.