Nadie hubiera adivinado que en 2003 la historia de los Pumas cambiaría considerablemente. Los medios de comunicación anunciaban silenciosamente que el cuadro auriazul fichaba a un desconocido Darío Verón.
Verón, el ocaso de un capitán y de la era más dorada de Pumas.
El paraguayo es la última pieza del aquellos Pumas bicampeones de Hugo Sánchez.
Pumas venía de jugar la Copa Libertadores donde se había enfrentado al Cobreloa de Chile. Ahí, algo llamó la atención de la institución mexicana que acabó fichando al paraguayo Darío Verón, jugador con una trayectoria mediana hasta ese momento luego de debutar con 12 de Octubre y posteriormente Guaraní.
Lo de más, es historia. Darío Verón tuvo un impacto inmediato para convertirse en titular en un corto plazo y una leyenda en el largo plazo.
El guaraní conquistó todo con Pumas en el 2004; el bicampeonato, el Campeón de Campeones y el trofeo Santiago Bernabéu. El ícono del equipo, de la hinchada y en general, del futbol mexicano. Es imposible no asociar a Verón con la historia reciente de la Liga MX.
Sus buenas actuaciones con Pumas lo llevaron a ser un inamovible con la selección de Paraguay donde jugó la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010.
En Pumas ha sido tetracampeón de Liga y en innumerables ocasiones considerado el mejor defensa central de la Liga MX.
Pero toda llama tiende a extinguirse en algún momento. Hoy Dario Verón vive las horas más difíciles desde que llegó a Pumas; incluso ya se habla de que el paraguayo deje su sitio en el once de Juan Francisco Palencia por discrepancias con el cuerpo técnico.
De una manera educada, pero igual de decisiva, se le pide que cuelgue las botas para dedicarse más a un trabajo directivo, algo que no parece ser la solución para el propio Dario Verón.
El paraguayo es la última pieza que queda de aquellos Pumas bicampeones de 2004. Yéndose él, por la puerta de atrás parece, se cerraría una época, la más dorada en la historia del club auriazul.