No es el ‘Superman Marín’, pero hace mucho que Jesús Corona es el ‘Hombre de Acero’ del Cruz Azul. No es Héctor Zelada, pero Agustín Marchesín anda en un nivel prodigioso. Ambos fueron los grandes protagonistas para que la ida de la Final se fuera 0-0, cierto es que estuvieron poco exigidos, pero fueron puntuales, certeros, milimétricos. Ellos, el mal uso del VAR y la falta de puntería se robaron la noche.
¿Y el fútbol? Los porteros, el VAR y el poste se roban el espectáculo en la ida
Con un trabajo árbitral muy cuestionable, América y Cruz Azul dejaron todo para la vuelta. Édgar Méndez tuvo la más importante pero falló.
De inicio Marchesín se congeló en el aire, realizó una atajada que dejó sin aliento a propios y extraños, detuvo de forma magistral un cabezazo del ‘Cata’ Domínguez cuando ya se coreaba la anotación apenas al 9’.
La respuesta más clara de las Águilas llegó hasta el 47’, cuando Roger Martínez desbordó por derecha y metió diagonal retrasada para Mateus Uribe, pero ‘Chuy’ Corona, en pleno movimiento, recompuso el recorrido para evitar la caída de su marco sobre línea de gol.
Después fue el VAR el que hizo de las suyas. No se ocupó, de forma inexplicable, para sancionar con expulsión las agresiones de Bruno Valdez y de Milton Caraglio, ambos equipos debieron quedarse con uno menos, pero el discrecional video arbitraje sólo aparece a cuentagotas.
Ambas escuadras utilizaron formaciones espejo: 4-4-1-1. Por ello se neutralizaron, las jugadas de gol fueron a cuentagotas, al partido le faltó la anotación que lo detonara, que hiciera que las formaciones se diluyeran, que los dibujos tácticos se borraran y que Milton Caraglio y Roger Martínez tuvieran más socios para hacer peligro en su zona de especialidad.
Este Clásico Joven se jugó con la calculadora, sin los espacios necesarios para tipos vertiginosos como Lainez, Alvarado, Renato Ibarra o Elías Hernández, sin la explosión de una grada que parecía la bocanada de fuego de un dragón en un inicio, pero que después se fue diluyendo y terminó abucheando, pese a que Édgar Méndez puso el balón en el travesaño al 93’ en una galopada final.
Nada para nadie, las versiones renovadas de Marín y Zelada lo impidieron de tajo… Y el poste también.