Pablo Aguilar y Enrique Triverio han sido suspendidos un año de la actividad de la Liga MX, el antecedente previo de un castigo similar es el del argentino Christian Zermatten que en el Invierno 98 vivió algo parecido a los futbolistas de América y Toluca.
Zermatten dice a Aguilar y a Triverio: "Su carrera sigue, no se va a terminar en un año"
El exjugador argentino, que sufrió el mismo castigo de un año por agredir a un árbitro en 1998 cuando jugaba para Pumas, les asegura que no es el final de su carrera.
En el juego entre Pumas y Chivas en el Estadio Olímpico Universitario, el entonces jugador universitario reclamó airadamente una decisión del árbitro Felipe Ramos Rizo. Entonces le propinó un cabezazo al de negro y se fue penalizado 365 días.
El mediocampista habló para Mediotiempo e hizo una recomendación a los dos jugadores.
“Les diría que hay que tratar de pensar y tomar la sanción que la federación les dio. Tratar de aceptar si hubo un error y aprender, seguir entrenando, mejorando y que su carrera sigue, no se va a terminar en un año. Yo jugué 20 años. Es una marca sí, pero no fue el final", aseguró.
“Como experiencia no fue buena, ya pasaron muchos años y siempre ese recuerdo cala. Tengo mi postura sobre los hechos de ese entonces. El año de castigo que me dieron se redujo a tres meses y la apelación sale a mi favor sabiendo que no había agredido a Ramos Rizo como se dijo, que le había dado un cabezazo, que le había lastimado, todo eso fue una locura. Sí fue un pechazo, pero en ese momento se manifestó mucho y quedó marcado”, continuó.
A casi 20 años de distancia, el mediocampista asegura que en aquel incidente la otra parte, Felipe Ramos Rizo, también tuvo mucho que ver y que nunca aceptó su error "como hombre" ni siquiera quiso tener un careo con él.
"Pedí un careo con Ramos Rizo y se negó, pasaron muchas cosas que no se supieron. A veces se dicen cosas que no se escuchan y a veces los árbitros pecan de soberbia, no solo en el fútbol mexicano. En general jugué hasta el 2011 y viví cosas hasta agresivas verbalmente pero uno se tiene que callar y seguir jugando porque eso es lo que le conviene al jugador", concluyó.