Bien lo diría el escritor argentino Jorge Luis Borges: “La derrota tiene una dignidad que la ruidosa victoria no merece”. Y esa dignidad de la que habla el poeta, se vio en los rostros de las jugadoras tailandesas, quienes, luego de ser goleadas 5-1 por Suecia, no les importó una nueva derrota, sino su logro: marcar el primer gol de su país en una justa mundialista.
Más allá del éxito: el digno ejemplo de Tailandia por su primer gol en un Mundial femenino
La selección asiática le enseñó a todo el planeta que se puede alcanzar la alegría desde la derrota. Tal como lo demostró también Panamá en el Mundial de Rusia 2018. Simple: importa más la superación colectiva que la goleada.
Y vale aplaudir, aún más, la valentía con la que este equipo salió a la cancha para su enfrentamiento en el Allianz Riviera, en Francia, después de ser goleadas 13-0 por Estados Unidos en la primera fecha. El peor resultado en la historia de la competencia.
Antes del anhelado gol cayeron los cuatro goles de la selección sueca. Sembrant, Asllani, Rolfo y Hurting apagaban la ilusión tailandesa. Pero aún así, la dignidad fue más fuerte, el honor de seguir luchando no se agotó.
Fue entonces que llegó el grito en el minuto de descuento, 90 +1, gracias a un gran desborde de la capitana, Kanjana Sungngoen. Y sí, tal como le sucedió a la selección masculina de Panamá ante Inglaterra en su primera Copa del Mundo, el regalo llegó. El obsequio del Dios que esconde los goles fluyó y fue gritado, fue llorado por la directora técnica, Nuengrutai Srathongvian.
La entrenadora abrazó a un miembro de su cuerpo técnico y rompió en llanto. Llanto digno. Llanto por el trabajo. Llanto por el sacrificio. Llanto por el orgullo. Y llanto también por el dolor de las derrotas. Llanto por la humillación ante el Team USA.
Al final del partido, tras el 5-1, que les dejó -17 goles en la Copa del Mundo, las jugadoras y cuerpo técnico se acercaron a la tribuna donde se encontraban sus compatriotas. En un acto íntimo, le hicieron la venia a los aficionados, agradeciendo el apoyo. Hubo aplausos mutuos y miradas de honor.
“Estoy especialmente feliz por haber podido marcar el primer gol para mí y para la selección tailandesa en este Mundial”, dijo Sungngoen a los medios de comunicación.
La realidad es que Tailandia tiene muy pocas chances de clasificar a la siguiente ronda. Cierra la fase de grupos ante Chile. Una selección también ejemplo de superación. Las suramericanas llegaron al Mundial con 'las uñas' por la falta de apoyo de su Gobierno.
Pero hoy la historia es Tailandia. Las asiáticas nos enseñaron el valor de perder con dignidad y respeto hacia el rival. Importante enseñanza que se debería impartir dentro de los vestidores. Durante el duelo, las asiáticas tan sólo recibieron dos amarillas y, ante los goles que les marcaron, como contra Estados Unidos, se entregaron al silencio. No se retiraron, resistieron, ni tampoco cometieron faltas indiscriminadas. Tan solo una amarilla.
Ante las celebraciones de Alex Morgan y su banda, mantuvieron el silencio como su mejor defensa. Bien lo diría el poeta argentino Francisco Luis Bernárdez: “Que un silencio sin fin sea tu escudo. Y al mismo tiempo tu perfecta espada”.