Dirigiendo al Barça durante la temporada 2013-2014, Gerardo Martino obró un milagro: dejar sin preguntas a los periodistas catalanes en su propia sala de prensa. Ante la desmesura de las críticas, respondió que tal situación era normal cuando "el entrenador aquí no es de la casa o no es holandés".
Análisis: ¿Y qué gana el Tri con el “Tata”?
Manejar la presión es haber dirigido al Barcelona y Argentina sin la fortuna de alzar una copa y aún así mantenerse de pie ante la adversidad.
Los dejó callados, tenía razón: en un club tan "idiosincrático" como el Barcelona, solo triunfan quienes pasaron por el club o se forjaron en Eindhoven o Ámsterdam. Así y todo, el 'Tata' pudo haberle dado una liga a la escuadra blaugrana de no haber sido por un gol de cabeza de Diego Godín en la última fecha en Camp Nou.
"Idiosincrasia" es ese cliché usado para poner "peros" a cualquier entrenador extranjero que arriba a México para dirigir al Tri. "No conoce el entorno ni mucho menos la mentalidad del jugador mexicano", suele decirse al invocarse lo idiosincrático como el pretexto para decirle que no a todo.
El mejor atributo de Martino es que tiene la inteligencia de desarmar los discursos idiosincráticos poniéndose a trabajar. Lo cual significa que él primero se da a la tarea de conocer la materia prima disponible y después entrena con base en la vieja fórmula de prueba y error.
Vale recordar justo ahora que el único partido oficial que una selección de Martino disputó contra México fue aquella paliza que el tricolor de Hugo Sánchez le propinó a Paraguay en la Copa América Venezuela 2007. El 'Tata' había diseñado un sistema ofensivo para aprovechar el olfato goleador de Salvador Cabañas, pero descuidó lo defensivo y México lo castigó con un 6-0.
Fue humillante para la Albirroja, pero dejó valiosas lecciones: la primera, que a Martino había que aguantarlo; la segunda, que había que ajustar todo el sistema para solidificarse atrás; y la tercera, que Cabañas podía arreglárselas solo adelante. Así fue que los guaraníes calificaron caminando al Mundial de 2010 para llegar al quinto partido, incluso a pesar de la tragedia que envolvió a Cabañas.
Martino tiene una linda anécdota de sus días como futbolista en el Newell’s de Rosario. Era amado y admirado entre la hinchada leprosa, pues era un diez de los finos. Pero tenía un defecto: no le gustaba correr. Llegó Marcelo Bielsa y aplicó rigurosamente una sola ley: si no corres, no juegas. Y Martino corrió. Corrió porque las circunstancias así lo dictaban.
México gana a un seleccionador cuya única idiosincrasia es la del trabajo y el aprendizaje. Quienes se incomodaron por el estilo de Juan Carlos Osorio pueden respirar tranquilos: Martino es un hombre de ideas simples dispuesto a dar un paso al costado si el ambiente de trabajo no es el adecuado, como ya hizo en Barcelona y en Argentina.
¿Qué gana el Tri con el Tata? Gana a un seleccionador que sabe conservarse íntegro y de pie ante la tempestad.