El Estadio Azteca tiene un lugar en la historia del fútbol que pocos pueden presumir

Pocos inmuebles en el Mundo son tan impresionantes como el Estadio Azteca y pocos pueden considerarse como históricos del deporte mundial. El Coloso de Santa Úrsula es la casa de dos de los equipos más populares de México, América y Cruz Azul, pero sobre todo la casa oficial de la Selección Mexicana, pero cuya historia es más profunda.

El Azteca es el tercer estadio más grande del mundo, fue inaugurado el 29 de mayo de 1966, obra de los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares Alzérrega, es el único inmueble en el mundo que puede presumir el haber albergado dos finales de Copa del Mundo en el formato de eliminación que conocemos, la de 1970 conquistada por Brasil y la de 1986, conquistada por Argentina.

En su césped se vio por última ocasión coronarse al Rey Pelé con un formidable cabezazo, pero también se pudo apreciar a Maradona desparramando ingleses por doquier y dando a luz a ‘La mano de Dios’.

México conquistó ahí, el título más importante de sus vitrinas en selección mayor, la Copa Confederaciones de 1999.

La capacidad original del Estadio era de 105 mil aficionados, pero con las remodelaciones se ha hecho más cómodo aunque ahora solo hay 87,523 aficionados que pueden estar alentando desde las gradas.

Y no solamente es envidiado por los gigantes del fútbol, otros eventos han sido realizados ahí con espectaculares llenos de Michael Jackson, Paul McCartney y U2. Hasta el Papa Juan Pablo II ofició misas en su interior.

Sí otros deportes hablamos, Julio César Chávez conquistó al Azteca ante Greg Haugen metiendo 132 mil asistentes. Y la NFL ha sido espectacular con diversos encuentros.

Al Azteca, hasta el cantante argentino Andrés Calamaro le compuso una canción que lleva por nombre Estadio Azteca y que recita: “Cuando era niño y conocí el Estadio Azteca me quedé duro, me aplastó ver al gigante, de grande me volvió a pasar lo mismo”.

Y es que quién ha ido al Estadio Azteca sabe que pocos inmuebles impresionan tanto que bien podría ser considerado como una de las siete maravillas del futbol.