Al clasificarse a la final del torneo de Toulón, la selección mexicana sub'21 ha vuelto a encender las luces verdes de la esperanza en el fútbol mexicano que ha reinado en las categorías menores, pero ha quedado a deber con el equipo mayor.
El Tri Sub 21 va por el título ante Inglaterra del Torneo Esperanzas de Toulon
La nueva sangre de México ilusiona pensando en las Olimpiadas Tokio 2020 y el Mundial de Catar 2022.
Gane o no, el conjunto ya ha reverdecido las ilusiones del país, que recuerda que, cuand o México llegó a la final de Toulón, ese mismo equipo ganó el título olímpico en Londres 2012 y cinco de sus integrantes están en la selección del Mundial de Rusia.
Desde que derrotó 3-0 a Brasil en la final del Mundial sub'17 del 2005, los mexicanos han brillado varias veces este siglo en las divisiones juveniles. En el 2011 volvieron a conquistar el cetro mundial sub'17 y en el 2013 alcanzaron la final, mientras que en el nivel sub'20 ganó el tercer lugar en el 2011.
Lo frustrante para México es que esas proezas no han tenido eco en el equipo grande que, si bien es junto a Brasil y Alemania uno de los tres clasificados a octavos de final en cada uno de los seis últimos mundiales, no ha pasado de esa fase.
En el Mundial de Rusia, México tendrá a varios jugadores salidos de los equipos triunfadores a nivel juvenil, liderados por Carlos Vela y Giovani Dos Santos, pareja goleadora del Mundial sub'17 del 2005, y con figuras como el defensa Diego Reyes, los volantes Héctor Herrera y Marco Fabián y los delanteros Raúl Jiménez y Javier Aquino, modelos de los chicos que jugarán la final en Toulón.
Los defensas César Montes, Jorge Sánchez y Gerardo Arteaga, los volantes Diego Lainez y Jonathan González, y los delanteros Roberto Alvarado y Eduardo Aguirre ya han mostrado sus talentos en la Primera división en México y ahora en T uolón han mostrado sangre fría en los momentos decisivos, lo cual los hará duros de vencer.
México asiste al Mundial de Rusia con un equipo con promedio de edad de casi 29 años. Empiezan a soplar los aires del recambio en el "tri" y los imberbes que juegan en Francia encienden las luces verdes de un país que los imagina en el fútbol de alto nivel en dos años en busca de la medalla olímpica de oro perdida en Río de Janeiro 2016, y en cuatro en el Mundial de Catar.