El 4 de julio de 2016, sonó un tambor y tras dos golpes, retumbó un aplauso unísono y el grito ¡!uh!" entre 10 mil personas.
Islandia: el corazón a ritmo de tambores y fuerza de volcanes
Tras una histórica participación en la Euro 2016, Islandia jugará su primer Mundial con una generación que ha permeado discretamente en el fútbol europeo.
Las percusiones y la onomatopeya se repitieron a lo largo de 55 segundos, con pausas cada vez más breves, hasta que el "pum pum, ¡uh!" fue constante y derivó en descoordinados gritos y aplausos de un pueblo que así reconocía la tarea de sus 23 héroes que conquistaron, al menos en lo emocional y afectivo, al mundo entero.
El tambor no dejó de sonar. Eidur Gudjohnsen, el veterano comandante y emblema histórico del fútbol de Islandia, sonreía y pisaba con el pie al ritmo del instrumento. Visiblemente emocionado, el hombre que fue parte de cinco de los seis títulos del Barcelona de 2009, representó a sus poco más de 330 mil compatriotas que fueron, como pocas veces, el centro del planeta.
Apenas el día previo, ni siquiera 24 horas antes, Islandia había sido eliminada a manos de Francia en los Cuartos de Final de la Euro 2016. La lejana isla había echado a los creadores del fútbol, Inglaterra, en los Octavos, además de superar la primera ronda por encima de la poderosa Portugal de Cristiano Ronaldo.
Lo de los lusos quedó en el olvido cuando derrotaron en la Final a los galos, pero de no ser así, nadie lo habría pasado por alto. Pero en realidad, haber clasificado a su primera Euro ya era motivo de una felicidad que parecía solo de sueños.
El ritual vikingo de aquella tarde soleada, en realidad, era ya bien conocida desde los partidos de la Euro, ya que así eran apoyados los islandeses por sus 30 mil compatriotas (algo como el 10 por ciento de su población) que viajaron a Francia. El mundo entero se les rindió en el Stade de France el 3 de julio, pues pese a la goleada de 5-2 en contra, Islandia fue el campeón sentimental del torneo.
Pero ser el octavo lugar de Europa no fue una simple casualidad ni solo un mes de ensueño, sino el fruto de un trabajo de muchos años, de optimizar sus recursos y su potencial. En 2016, Islandia ya no vivía sólo de un Gudjohnsen que se retiró tras aquella escena.
Un año y ocho meses después, Islandia ya es la realidad consolidada. Los vikingos post-Gudjohnsen clasificaron al Mundial Rusia 2018 con suficiencia, como primer lugar del Grupo I, por delante de Croacia, Ucrania y Turquía, tres países que en los últimos 20 años han llegado a Cuartos y Semifinales de Copas del Mundo.
La de hoy, que enfrentará el viernes a México, es la Islandia de Gylfi Sigurdsson, el delantero del Everton que vale 30 millones de euros; la de Alfred Finnbogason, el quinto mejor goleador de la Bundesliga. La que tiene más volcanes que futbolistas profesionales. La de los tambores vikingos.
Un país ubicado en una latitud helada, pero rodeado de corrientes de aguas calidas que mantienen su temperatura soportable. Con lagos y glaciares que cubren el 14 por ciento de su territorio y que con la erupción del impronunciable Eyjafjallajökull puso en jaque a toda Europa en 2010.
La Islandia que no tiene nada que perder y sí mucho que soñar.