Por Ricardo Vasconcellos R.
Carlos Gruezo, conoce a fondo a la joya ecuatoriana que aterrizó en FC Dallas
Se convirtió en profesional a los 16 años, a los 20 ya jugó un Mundial y ahora llegar para sumar al club de Texas.
En un medio como el ecuatoriano, en el que los jóvenes futbolistas suelen ser postergados por directores técnicos que prefieren alinear a jugadores experimentados o veteranos extranjeros, el caso de Carlos Gruezo Arboleda es atípico.
Impulsado y orientado por su padre, Carlos Gruezo Quiñónez, un hábil delantero goleador que tuvo un notable paso por el Barcelona Sporting Club, estuvo desde los 13 años en las divisiones formativas de la Liga Deportiva Universitaria de Quito y, a los 14, jugó en Uruguay en las series menores del Defensor montevideano en busca de una mejor formación.
Apenas dos años después debutó como profesional en Independiente del Valle, y a los 17, ya estaba en Barcelona, el equipo ídolo de la afición ecuatoriana.
La intención de Gruezo era ser delantero como su padre, pero cuando llegó a Barcelona -en 2012- el técnico argentino Gustavo Costas decidió ubicarlo lejos de área rival. Lo probó como marcador de punta, puesto en el que reveló aptitudes para la marca, por lo que pronto encontró el lugar en la cancha donde ha obtenido mayor éxito: el de volante de marca, en el mediocampo, cerca de su línea defensiva.
Gruezo nació en Santo Domingo de los Tsáchilas (antiguo Santo Domingo de los Colorados) en las estribaciones andinas, el 17 de abril de 1995. Con 5 pies y 7 pulgadas (1,70 metro), mostró desde joven un físico robusto que le ha servido para cumplir el papel que se le ha asignado: romper el juego adversario, recuperar el balón y dárselo al compañero que pueda iniciar el ataque.
Su período más exitoso lo cumplió en Barcelona, equipo que lo llevó a préstamo en 2012 con opción de compra. El equipo del barrio del Astillero guayaquileño logró el título nacional luego de 14 años de sequía. Gruezo fue uno de los baluartes de esa conquista. El 19 de noviembre de ese año, Barcelona anunció que hacía uso de la opción por el joven jugador pese a que en 36 partidos, sólo había marcado un gol. Es que el rol de Gruezo no es llegar al gol sino evitar que los rivales se acerquen a la puerta de su equipo y que manejen la tenencia del balón.
Antes de cumplir 19 años, el 17 de mayo de 2014, debutó en la selección de mayores en un partido amistoso contra Holanda, ingresando a los 61 minutos por Christian Noboa. Ya antes había vestido la camiseta tricolor en 2011 en la selección sub 17 en México y en el Sudamericano sub 20 cuando debutó ante Brasil. El 14 de junio jugó su primer encuentro mundialista ante Suiza.
Antes del Mundial Brasil 2014, al que fue convocado cuando contaba con 77 partidos en primera división en Ecuador y 536 minutos en la Bundesliga, circuló el rumor de que existía un interés del Chelsea, cuyo entrenador, José Mourinho, se dijo, había ordenado a sus scouts observarlo. Pero no fue el equipo inglés el que iba a contar con sus servicios. El 30 de enero de 2014 firmó por el equipo alemán Stuttgart un contrato por cuatro temporadas.
El 26 de marzo de 2014 jugó su primer partido en la Bundesliga. Lo alinearon en los últimos 20 minutos ante el Nurenberg y el Stuttgart cayó sin atenuantes mezclándose en los puestos de descenso. Los técnicos Thomas Schneider y luego Hubb Stevens confiaron poco en él por lo que no pudo afianzarse en la titularidad.
Carlos Gruezo, quien luego del Mundial 2014 estuvo entre los candidatos para obtener el Premio FIFA al Jugador Joven, empezó a buscar opciones para lograr más continuidad. El Stuttgart estuvo de acuerdo en cederlo en préstamo pero la opción más viable fue la del Unión Berlín, un equipo de la segunda división que descartó la cesión ante las pretensiones salariales del ecuatoriano.
Ante esta situación llegaron ofertas interesantes de la MLS, la liga profesional de los Estados Unidos, cuyo nivel futbolístico es alto, lo que daba opciones al volante de marca de aumentar sus niveles de progreso y continuar siendo parte de la selección de mayores.
Gruezo es un jugador de notables condiciones para el patrullaje del mediocampo y la recuperación del balón, aunque cierto sector de la crítica la reprocha su falta de ductilidad para su distribución una vez que ha hecho de él. Su juventud puede permitirle, con una buena conducción, corregir esta falencia y convertirse en una figura en el balompié estadounidense.