El futbol es el pretexto. El pretexto para comer, para tomar, para reunirse, para insultar. El pretexto para sentirse mexicano o no. El pretexto para apoyar y no.
Aficionados de Estados Unidos se multiplican en el Azteca
Aunque son menos, los fans de Estados Unidos parece que son más en un partido de nerviosismo.
“Nunca había visto un ambiente así”, le dijo un marciano a un luchador mientras esperaban la llegada del camión de la selección mexicana. Los dos aficionados del Tri disfrazados, felices, orquestaron el coro en contra Estados Unidos, previo al partido que definiría el segundo lugar del grupo rumbo a Qatar 2022. Esa era la aspiración.
Puede haber muchos policías, pero la seguridad en México casi nunca se siente. La Federación Mexicana de Futbol realizó innumerables esfuerzos para garantizar que el juego de las Eliminatorias de Concacaf se llevara a cabo en paz, e incluso los aficionados tuvieron que registrarse para obtener un código QR. Sí cumplieron su parte, había qué.
Antes de entrar al estadio, el ambiente estaba muy festivo. Como cuando alguien regresa a un lugar donde sabe que es feliz porque es como es. Una pandemia, castigos por el grito, muchas crisis, pruebas piloto, boletos caros, contra todo eso hubo que luchar para tener un lugar en el Estadio Azteca.
Pero lo raro empezó cuando sonó el silbato. La porra de Estados Unidos estaba en un mismo lugar, eran más de mil, pero parecían más. Los mexicanos, regados por todo el estadio, dieron la impresión que no querían apoyar.
Los aplausos se los llevaron Raúl Jiménez, pero poquitos más, y hasta con canción, el ‘Chucky’ Lozano. Los abucheos les tocaron al ‘Tata’ Martino y a Christian Pulisic.
La sensación es extraña. Felicidad, pero nerviosismo. Apoyo, pero condicionado. La afición de Estados Unidos parece que es más.
El aficionado mexicano está, pero a veces le faltan pretextos.