“Cuando tienes un balón en tus pies, eres libre. Eres feliz. Te sientes como si estuvieras escuchando música. Ese sentimiento hará que quieras difundir esa misma felicidad a otros”, escribió Ronaldinho en una carta publicada para The Players Tribune en el 2017.
Opinión| Solamente Ronaldinho enamoró a la pelota, nadie más
La sonrisa del fútbol está de manteles largos, el único futbolista que nos recordó que al final de cuentas el fútbol es solamente un juego.
Ronaldinho no solo enamoró a la pelota, con su juego, enamoró al mundo. Su legado va más allá del rectángulo verde, porque nos recuerda que el futbol no es otra cosa que un juego y que cualquier juego tiene como principal objetivo divertirse, quien no se divierte no sabe jugar; aprendamos entonces a jugar de la mano de la vida.
Su forma desenfadada de jugar, sus gambetas, sus goles, lo convirtieron en un mago del esférico. El buen trato para la pelota llevó a los fanáticos del Real Madrid a que le aplaudieran de pie en el mismísimo Santiago Bernabéu cuando era jugador del Barcelona, y ya en sus años cercanos al retiro hincó al Estadio Azteca en sólo 6 minutos cuando con el Querétaro derrotó al América. Aún Messi y Cristiano están lejos de domar a dos colosos del fútbol del odiado rival.
Quienes son cercanos a Ronaldinho hablan de un hombre sencillo, que se brinda, que no es egocéntrico a pesar de su talento, fama y fortuna; siempre humilde. Generalmente la gente aprecia lo que tiene hasta que o pierde, Dinho lo entendió muy temprano, cuando tenía ocho años su papá murió. Fue junto a su hermano Roberto y su perro, con quienes aprendió a hacer sus mejores gambetas.
Muchos han conquistado a la pelota, Pelé, Maradona, Cruyff, actualmente Messi y Cristiano Ronaldo; pero nadie nunca la trató con tanto esplendor, nadie la sedujo como Ronaldo de Assis Moreira. Probablemente el pecado más grande de ‘Dinho’ fue que se le acabó pronto el hambre, y es entendible, en su momento nadie se le acercaba al nivel. Ronaldinho pudo encumbrarse por mucho más tiempo del que lo hizo, sin embargo, no disfrutar el juego le significaría dejar de ser él y eso es antinatural, entendió como nadie que la vida es una fiesta. A pesar de ello lo ganó todo, desde la Champions League hasta la Copa del Mundo.
En su cumpleaños 38, lo que me resta solamente es felicitar a Ronaldinho, por su juego, por las emocionantes tardes, por su desenfado, pero sobre todo por enseñarnos que el trabajo, la diversión, el talento y la locura aún pueden combinarse y entregar como resultado el éxito.