Opinión: Zlatan Ibrahimovic y la MLS se necesitan

No por nada le han llamado Ibracadabra. Lo mismo se ha inventado goles impensables, sobrecogedores que jugadas llenas de colorido y brillo cual mago en un escenario con sombreros, espadas y trucos desbordantes cuando no alucinantes.

Zlatan Ibrahimovic ha llegado al mejor lugar del mundo para él, por aquello de que en Los Angeles está Hollywood. Un sitio cargado de fantasía y show, de histrionismo; de magia en su estado más puro.

Tampoco por nada, al equipo al que llega se llama LA Galaxy. Una galaxia (en su concepción más básica) la conforman un sinfín de elementos materia, materia oscura, cuasares, pulsares y un largo etc, pero lo que la mayoría pensamos es en estrellas y sus planetas circundantes: otro tipo de magia en estado puro.

Precedido de una carrera pujante y pletórica a lo largo de 20 años, se ha sabido hacer de un rincón -es un decir porque es mucho más que eso-, de un tamaño mayúsculo o de una tajada del pastel, como a usted le guste más la metáfora, en un fútbol dominado por Cristiano Ronaldo y Lionel Messi.

Su magia, su luz, ha recorrido la galaxia a lo largo y ancho. Y su legión de parroquianos, de planetas circundantes, no es pequeña ni poco entendida. Hay que ver nada más el recibimiento que tuvo al llegar a la ciudad.

Por si fuera poco su fútbol, tiene un carácter histriónico y lleno de momentos que inundan los sentidos cuando no los estremecen: amor, odio, euforia, tristeza, dualidad. Cual figura artística que tiene una nueva ciudad futbolística.

LA Galaxy presentó el viernes a Zlatan Ibrahimovic. Y ni duda cabe, para bien o para mal, será protagonista por partida doble tanto de su equipo como de la MLS.

Estará rodeado de grandes actores de reparto y de apoyo, pero él tiene la responsabilidad de que el mundo fútbol -desde su natal Suecia, hasta el punto más alejado del planeta- los voltee a ver a ambos.

A él, estos retos le gustan. Le hacen sentirse Zlatan. Es parte de su escencia Ibrahimovic.

Es su compromiso coral, pero a sus 36 años tiene un compromiso individual que se ha tejido poco a poco en los últimos días.

Ambiciona jugar el Mundial de Rusia 2018. Y aunque se retiró de su selección hace un par de años, ahora mismo la idea le revolotea como abejas sobre flores coloridas.

Ya ha jugado dos, en la del 2002 y en la del 2006, y su selección no se clasificó a los dos más recientes.

Zlatan necesita ahora mismo -a su llegada- una relación apresurada y simbiótica con la MLS y sus compañeros de equipo e incluso de la MLS.

Si él brilla, la MLS brilla, si la liga lo hace brillar, él muy posiblemente se cuele a la Copa del Mundo.

Le queda poco tiempo sí, pero a Zlatan el mundo del fútbol le ha puesto una multitud de apodos, entre ellos Ibracadabra.

Y los magos, como bien se sabe, sacan sus mejores y más bellos trucos en los momentos más inesperados y de mayor apremio.