Basta revisar las cuentas de Twitter de Sergio Verdirame (@VerdirameSergio) y de Manuel Vidrio (@Mvidrio99) para darse cuenta de que son un par de padres orgullosos.
Pamela Verdirame y Nailea Vidrio; con el fútbol desde la cuna destacan en la Liga MX femenil
Hijas de Sergio Verdirame y Manuel Vidrio, ambas jugadoras están cumpliendo el sueño de ser futbolistas profesionales en la Liga MX femenil.
Los exfutbolistas, en su momento referentes de Monterrey y Pachuca, respectivamente, no dejan de presumir los logros de sus hijas sobre el césped. Sí, sobre el césped.
Con la llegada de la Liga MX femenil, Pamela Verdirame y Nailea Vidrio levantaron la mano.
Dijeron yo y se fueron a hacer lo que siempre les ha gustado: patear un balón. Después de todo traen el fútbol desde la cuna.
Nailea Vidrio, talento precoz
Hay algunas cosas que se heredan, otras no. Nailea Vidrio heredó el fútbol, pero no la posición de su papá.
Manuel era un tozudo defensa central que lo mismo podía salir jugando de gran forma desde su área que detener de la manera más ruda posible a un rival (si no pregunten a Juan Francisco Palencia sobre su cicatriz en la barbilla).
Nailea es mediocampista de contención, y puede serlo también de creación así como delantera.
Hace algunos años, no le gustaba el fútbol, pero una vez que empezó a entrenar con regularidad en la academia de su padre en Estados Unidos supo que el balompié era lo suyo y ya no lo dejó.
Es además una de las jugadoras más jóvenes de la Liga MX femenil con sus 14 años y cinco meses, y debutó en la fecha tres ante Xolos.
Ingresó al minuto 70 y al finalizar el duelo tenía lágrimas en los ojos por el hecho de haber debutado en el equipo en el que su padre fue referente.
Recientemente fue convocada al Tri femenil Sub 15 y quiere seguir emulando los logros de su famoso padre que jugó el Mundial de Corea-Japón 2002.
Pamela Verdirame, carisma y personalidad
Lo de Pamela ha sido de lo mejor que le pudo pasar a Monterrey. Representa de muy buena manera a la primera generación de mujeres del fútbol profesional mexicano.
El apellido de su padre la puso rápidamente en el ojo de la afición y de la prensa, pero su personalidad y su juego le han dado una capacidad mediática que por el momento pocas chicas de la Liga MX tienen.
Nació hace 20 años y es también hija de Yadira Elizondo, exreina de belleza de Nuevo León en la década de los 90.
Mide 1.75 metros y es una poderosa delantera que ha jugado las primeras cuatro fechas del torneo.
A sus 360 minutos de juego hay que añadirle cinco goles que la sitúan en lo alto de la tabla de goleadoras.
Solo debajo de Lucero Cuevas de América (7), Carolina Jaramillo de Tgres (7) y Berenice Muñoz de Pachuca (6) y está empatada con cuatro jugadoras más.
Buena estudiante desde pequeña, creció queriendo los colores de Rayados donde su papá tuvo sus mejores años como futbolista entre 1992 y 1996 (aunque también jugó para el Colón de su país, el Colo Colo de Chile, Morelia, Cruz Azul Santos y Tiburones, y se retiró en los mismos Rayados en el 2002).
Tenía aparcado el sueño de ser futbolista profesional hasta que hace tan solo uno meses se anunció la Liga MX femenil y ni lo pensó. Se lanzó a la aventura.
Ahora sueña con jugar con el Tri femenil y se encuentra en un lindo predicamento.
Estudia arquitectura en el Tecnológico de Monterrey y no le había tocado combinar el entrenamiento con las clases porque todo lo de la Liga MX surgió duramente el periodo vacacional.
Pero competitiva como es quiere terminar la carrera y jugar al fútbol todos los años que pueda.
Por cierto, usa el número 11 en la espalda, el mismo que usó su famoso papá en su época con Monterrey.