Las mayores tragedias se escriben con un balón como pluma, en hojas de césped, y Corea del Sur redactó una de las que quedan para la posteridad en la historia del futbol en el Mundial de Rusia 2018 al vencer a la campeona y favorita Alemania, pero donde hay tragedia hay también regocijo, como el que tuvo México con este partido.
Futbol Retro | ¡Coreano, hermano, aquí te volviste mexicano!
Corea del Sur eliminó al campeón Alemania y ayudó a México en el Mundial Rusia 2018.
La República de Corea venció por 2-0 a la "Mannschaft" en una de las sorpresas más grandes que se recuerden en las Copas del Mundo, resultado que clasificó a México que a la misma hora perdía 3-0 ante Suecia.
Ni la posesión ni las cuatro estrellas bordadas sobre el orgulloso escudo alemán intimidaron a una Corea que dio una actuación memorable, que soportó los embates europeos de forma heroica, casi de forma incomprensible. Pero los aires de tragedia se aferraron a los teutones como abejas a la miel, el fracaso se impregnó en los pies de Goretzka quien tuvo para abrir el marcador en el primer tiempo en dos ocasiones, también a la cabeza de Werner quien casi marca en el complemento, también en un impotente Özil.
El clímax fue en la compensación, Alemania necesitaba solo un triunfo, uno de esos que ha conseguido en infinitas ocasiones en una Copa del Mundo, esos que van con su ADN, con un México al borde de la eliminación, el momento de mayor drama en Rusia desde que se inauguró el certamen. Con VAR de por medio, ya en los últimos suspiros, Young-Gwon Kim lograba el primer tanto del partido, ese que sepultaba la ilusión germana y daba aliento a la afición mexicana, más pendiente de este partido que de la goleada que Suecia le daba al Tri.
Con una Alemania volcada, con todo y el portero Manuel Neuer al frente, Corea del Sur lanzó contragolpe que Son Heung-Min concluyó con una solitaria portería, adiós al campeón. Los asiáticos no ayudaron a México, el trabajo de un futbolista de campo es meter el balón en la puerta contraria, los coreanos lo cumplieron, los de Joachim Löw no: la simpleza del fracaso.