Para llegar a la cancha “La Doce”, en Valle de Chalco, tienes que tomar la avenida Lombardo Toledano, una calle larga sin pavimentar, hay mucho polvo, están las vías del tren y los perros buscan entre montones de basura algo para comer. En Sur 11 debes dar vuelta a la derecha, allí la estética “Lili” y tienes que caminar un poco más.
¿Por qué el Manchester City importa en un peligroso barrio de la Ciudad de México?
Una zona rehabilitada por el propio club citizen en Valle de Chalco, México, le ha dado la oportunidad a niños y jóvenes de luchar, mediante el deporte, en contra de situaciones adversas como la violencia y las drogas.
“La Doce” está entre una casa de dos pisos sin pintar, con las paredes grafiteadas y el grupo de Alcohólicos Anónimos, Jóvenes Garibaldi Oriente. Allí también está el Manchester City, o al menos un pedacito.
¿Qué hace uno de los clubes más glamorosos del mundo en una de las zonas más calientes de la zona metropolitana?
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La policía municipal documentó recientemente que en Valle de Chalco al menos unos 800 menores de edad al año están involucrados en actividades ilícitas. Dos niños o jóvenes cometen algún delito por día y arrancarlos de ahí es complicado porque es un modo de vida, una rutina, y todos sabemos que las rutinas son difíciles que romper.
El Manchester City desembarcó en Valle de Chalco de la mano de Love Futbol y Natlik AC. “La Doce” era una cancha local donde se realizaba la compra-venta de droga y ahora es un espacio en el que al menos unos 50 niños -entre seis y 14 años- juegan al futbol y tratan de mirar la vida de otra forma.
El City es quien pagó el espacio, lo remodeló, hizo suyo y lo pintó de azul cielo y azul fuerte. El club inglés tiene un programa de responsabilidad social que lo ha llevado por todo el mundo, al menos a 18 ciudades, para apoyar el desarrollo de las comunidades a través del futbol. El proyecto nació en 2014 y se llama Cityzens Giving, en América Latina han intervenido en ciudades de Brasil, Colombia y México.
“Esto es más que un espacio para jugar futbol, es un tema social de impulso a las comunidades y eso es extraordinario”, dice Mano Silva, COO de Love Futbol, la asociación que busca patrocinadores, aliados para empoderar a los jóvenes a través del futbol y que ha trabajado con el City desde hace algunos años.
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Apenas en agosto pasado Manchester City envió a entrenadores para capacitar a instructores, convivir con los niños y posicionar la marca del club en nuestro país. La primera cancha que restauró el club inglés fue la del “Coyolito”, en Gustavo A. Madero, también trabajó con Love Futbol y la Asociación Civil, Jóvenes Constructores de la Comunidad.
En ambas canchas - la de Gustavo A. Madero y la de Valle de Chalco- está pintado el logo del City, un equipo que ha invertido más de 2,000 millones de dólares en fichajes en los últimos cinco años, pero que también destina recursos para campañas sociales como esta.
Un equipo identificado con el glamour, el dinero, el poder, decide impulsar causas a más de 7,000 kilómetros de distancia en comunidades que representan lo contrario a la imagen que tiene el club. Los poderosos también pueden ayudar.
“Lo mejor es que los niños logran involucrar familias y amigos y eso lo vuelve más poderoso y de más impacto”, dice Silva cuando reflexiona sobre el impacto social del programa y el posible alcance que puede tener.
Niños y jóvenes limpiando el terreno, pintando el azul cielo del City, restaurando los espacios, recogiendo la basura. El equipo de la Premier no paga por restaurar las canchas, invierte, sí, pero las comunidades son las que tienen que hacer el trabajo, involucrarse, “hacer suyo ese espacio, que el futbol sirva de unión y de ayuda”, dice el City cuando busca dar una explicación a su programa social.
Entre las canchas del “Coyolito” y “La Doce” el impacto supera las 2,000 personas entre niños, familias y amigos. Seguro, allí, ya muchos son del Manchester City. Con acciones se ganan su afición.