En 1995 la Ley Bosman sacudió los cimientos del futbol en el Viejo Continente.
Raúl Méndez | ¿De la Ley Bosman al Brexit?
Es el futbol inglés, la madre del juego, el inventor, el regulador, el que marca la tendencia o como gusten nombrarlo.
La sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea permitió la libre circulación de los jugadores pertenecientes a las federaciones nacionales de la propia unión.
Sin éxito, Joseph Blatter y Michel Platini trataron de contrarrestarla en 2008 con la regla 6+5 que pretendía que fueran mayoría los jugadores nacionales en la cancha.
Desde entonces los clubes han fichado comunitarios casi sin freno.
El próximo 31 de octubre, si el Primer Ministro inglés Boris Johnson no consigue una extensión, el Reino Unido saldrá de la UE y entonces la Liga Premier, la competición de clubes más poderosa en la actualidad, ¿cómo podrá mantener a todos los elementos que ya contarían como extranjeros? ¿Qué hará el Big Six o hasta cualquier equipo de la liga beneficiado con la distribución equitativa de los ingresos millonarios por los derechos de transmisión y que ha podido importar talento?
Dirigentes de la liga y autoridades del gobierno han analizado en los últimos meses los escenarios y sus posibles soluciones para evitar que las nuevas regulaciones tengan efecto inmediato sobre jugadores, entrenadores, preparadores físicos, etc, que no podrían mantener sus permisos de trabajo.
¿Se imaginan qué pasaría con el bicampeón Manchester City, que en la jornada nueve solamente alineó como jugador inglés a Raheem Sterling o el monarca europeo Liverpool, que en el clásico contra Manchester United apenas tuvo como titulares a Trent Alexander-Arnold y Jordan Henderson?
En una posición menos comprometida se encuentra Chelsea.
Debido a la sanción que cumple de no fichar en esta campaña, Frank Lampard dispone de una base talentosa de valores ingleses como Tomori, Mount, Hudson-Odoi y Abraham que tienen a los Blues en puestos de Champions y comienzan a ser habituales en las convocatorias de Gareth Southgate. En el duelo con Newcastle los Blues tuvieron a cinco ingleses de arranque.
Un escenario con el que soñaba Greg Dyke. Mientras dirigió la Premier del 2013 al 2016 alertó sobre el riesgo que en la liga jugaran solamente extranjeros, por lo que puso en marcha con la aprobación de los clubes la denominada 'Homegrown Players Rule', es decir, algo así como la 'Regla de Jugadores de Cosecha Propia'.
Esta condición contempla a aquellos que estuvieron al menos tres años en cantera antes de los veintiún años sin importar su nacionalidad. El objetivo, según Dyke, es promover el talento doméstico, el inglés en concreto, con el que se nutra la selección de los Tres Leones. Su meta: que Inglaterra gane el Mundial de Catar. A la fecha ya ganaron mundiales y torneos europeos con límite de edad.
Por obligación, cada equipo debe registrar ocho jugadores 'homegrown' en su plantel de veinticinco permitidos. Según medios ingleses, podrían aumentar de ocho a doce como primera medida post Brexit.
Es tiempo de esperar hasta entonces. Es el futbol inglés, la madre del juego, el inventor, el regulador, el que marca la tendencia o como gusten nombrarlo. Hasta la próxima semana.