Apenas es 24 de febrero y ya tenemos al virtual campeón de una de las Ligas más competitivas del mundo.
Ricardo Otero | A lo Liverpool
Los Reds han roto una inercia de 30 años de decepciones para redefinirse por completo.
Con una victoria sobre el West Ham sí apretada, pero que ilustra buena parte de lo que ha sido esta temporada, el Liverpool está a 12 puntos de amarrar el título que le ha sido esquivo por tres décadas, en las que su afición tuvo que soportar toda clase de decepciones, incluso las más inverosímiles.
Los Hammers, que buscan afanosamente salir de la zona de descenso, se plantaron de manera valiente en Anfield, llegaron a poner contra las cuerdas al campeón del continente, pero lo que ha marcado la diferencia entre el Liverpool y el resto es un corazón gigante que ha sido literalmente inquebrantable en este año futbolístico.
Sí, tienen a los dos mejores delanteros de África en sus filas y a quien, con argumentos de sobra, debió ganar el Balón de Oro y The Best de 2019 en su defensa. Tienen a un capitán forjado desde sus calles y un entrenador que tragó muchas derrotas antes de cosechar sus más grandes triunfos.
Pero para ganarle al Liverpool no basta ponerlo contra las cuerdas, pues hasta tiene suerte de campeón: con el 2-1 en contra, un disparo sin fuerza de Mohamed Salah se le fue entre las piernas a Lukasz Fabianski para el empate.
Y no solo eso: una serie de ataques furiosos y un evidente reclamo de Sadio Mané por una mano en el área rival daban la impresión de que se les acababa el tiempo, que estaban en avanzada compensación, pero el reloj marcaba el minuto 73.
Liverpool no escatima en intensidad y esfuerzo. No se administra. Liverpool apabulla al rival cuando y como es necesario.
La recompensa llegó al 81’ cuando una defensa desbordada fue totalmente rebasada y Mané marcó el tercero sin la más mínima presión. ¿Para qué esperar para “matarse” al 90’?
Ya sea por goleada, en circunstancias menos apresuradas o remontando ante un equipo con problemas de descenso, no importa la forma, los Reds se la han arreglado para ganarle a 26 de sus 27 rivales de esta temporada, para ganar los últimos 18 partidos y no perder en los últimos 44 incluida la pasada.
Hace no mucho, el Liverpool le podía ganar a cualquiera, pero perdía puntos valiosos que estaban por sentados en el presupuesto. Hace poco menos de seis años, un desafortunado resbalón de Steven Gerrard, un capitán forjado desde sus calles, abrió la puerta para la derrota que les costó el título que parecía destinado para ellos.
El año pasado rompieron toda clase de marcas de la franquicia, perdieron solo un partido en la temporada, pero eso no bastó ante un Manchester City que hizo un punto más que se les pudo escapar en dos jugadas, una ante el Liverpool y otra ante el Burnley, por el ojo de halcón en la línea de gol.
El único antídoto que encontró el club del puerto para acabar con tres décadas de frustraciones fue la voracidad y prepararse para jugar cada minuto como si fuera el 90’. La recompensa que se asoma es redefinir el libro de récords de la Liga Premier para celebrar con dos meses de anticipación.
Y de paso, redefinir la frase “a lo Liverpool”, que antes era perder de inverosímiles maneras, y hoy es ganar bajo cualquier circunstancia.