Por el momento, a unos cuantos minutos del Superclásico de la Libertadores, los hinchas del fútbol -no sólo los de Boca- pueden estar tranquilos. El ‘Mellizo’ y sus muchachos arribaron con normalidad a la casa del Real Madrid.
¡Sanos y salvos! Boca llegó sin contratiempos al Estadio Santiago Bernabéu para la final
Lo que antes fue un infierno y conllevó a posponer el partido y llevarlo a Europa, hoy se dio con toda normalidad: la llegada del cuadro Xeneize a su duelo de la Copa Libertadores ante River Plate.
Alrededor de 4.000 agentes de seguridad se encuentran custodiando, antes, durante y después, el ansiado partido que tuvo que ser postergado de fechas y de lugar, tras varias discusiones entre el Presidente de la Conmebol; Alejandro Domínguez, y los presidentes de Boca Juniors y River Plate; Daniel Angelici y Rodolfo D'Onofrio, respectivamente.
El camino del bus de Boca al Bernabéu estuvo limpio para los futbolistas. No sucedió lo que pasó en Buenos Aires. No hubo piedras, ni palazos a los vidrios del articulado, tampoco hubo gases que irritaron los ojos o causaron asfixias, tampoco aparecieron las astillas en los ojos; como fue el caso de Pablo Pérez, capitán de Boca Juniors y uno de los tantos afectados por la agresión de fans de River Plate en Buenos Aires.
“Un partido de alto riesgo”, así denominó la final el delegado del Gobierno en Madrid, José Manuel Rodríguez Uribes. Su sentencia es la conciencia de algo que se sabía en Argentina, pero que, a la hora de ser aplicada en la 'ciudad de la furia' no fue cumplida.
Por el momento Europa sigue mostrando el ejemplo, sigue -para tristeza de América- exponiendo las reglas, la disciplina, la pulcritud (sin margen de error), que se necesita y merece un espectáculo deportivo. El contintente que conquistó América ahora le conquistó su pasión, todo por culpa de no saber convivir en paz. Algo que es un juego, se convirtió, debido a unos fanáticos, en una guerra.
Esperemos que la paz continúe en España después de los noventa minutos y para Sudamérica sirva de escarmiento, y duela. Los grandes adversarios aprenden a respetar a su rival, dentro y fuera de la cancha.