La primera crisis del año para el hoy seleccionador de Argentina, Edgardo ‘Patón’ Bauza, no llegó entrenando al combinado albiceleste, sino al Sao Paulo de Brasil. Tras la salida repentina del colombiano Juan Carlos Osorio del club paulista y la llegada del estratega argentino para suplirlo, llegaba el debut en casa en la Libertadores frente a un rival teóricamente muy débil como el The Strongest de Bolivia.
Si Chumacero fuera brasilero seguramente jugaría en el extranjero
Las hazañas del ‘Chumasteiger’, el Schweinsteiger de Bolivia, permanecen anónimas en el fútbol sudamericano y merecen conocerse.
El equipo paceño, cuyo escudo muestra las fauces de un feroz tigre al momento de rugir, rugió y pegó el zarpazo en Brasil tumbando 1-0 al gigante sudamericano. Se trataba apenas de la segunda victoria en la historia del torneo continental de una oncena boliviana en tierras amazónicas y el héroe, el mariscal de campo, fue ‘Chumita’ o ‘Chumasteiger’: Alejandro Chumacero. El clon andino del mediocampista alemán.
Era una revancha para él. Su breve estadía en el Sport Recife del Brasileirao fue marcada por las constantes lesiones y la escasa confianza de la dirección técnica. Así debió volver a escalar las escarpadas alturas de los Andes para enfundarse nuevamente la aurinegra camiseta rayada del Tigre de La Paz. En esa Libertadores, el Sao Paulo fue incapaz de vencer a su escuadra y sólo un desafortunado sorteo que les hizo compartir grupo también con River Plate marginó al ‘Más Fuerte’ de la siguiente ronda.
Con Chumacero en el campo, Bolivia alcanzó su primer triunfo en Copa América tras 18 años cuando derrotaron 3-2 a un teóricamente muy superior Ecuador en Valparaíso, Chile. La del ‘Chumita’ con su selección es una postura estoica si nos apegamos a la definición del diccionario según la cual el estoicismo es la fortaleza y la ecuanimidad ante la desgracia.
¿Qué mayor desgracia hay en el fútbol internacional que la de saber que las posibilidades de calificarse al mundial (entre sanciones de la FIFA y la competencia mortal característica de las eliminatorias en Conmebol) son prácticamente nulas?
Y, a pesar de este lamento boliviano, Chumacero siempre está con ‘La Verde’. No tendrá la sofisticada técnica de James Rodríguez; tampoco el físico imponente de Paulinho ni la explosividad de Arturo Vidal. Pero su virtud es una que no se ve pero está presente: no para de correr, correr y más correr. Más que un tigre es un infatigable y musculoso huanaco cuyos músculos más grandes son sus pulmones. Esos que le permiten ir y venir donde falta el oxígeno en los céspedes del Altiplano.
Si Chumacero fuera brasilero seguramente jugaría en el extranjero: bien podría jugar en Sao Paulo, en México o en Argentina. Pero es boliviano y sus hazañas y su fútbol quizás permanezcan siempre ocultos en las alturas.