La razón por la cual el Estrella Roja de Belgrado fue fundado en 1945 (y no a finales del siglo 19, o a inicios del siglo 20, como los clubes europeos más históricos y tradicionales) es que este equipo es hijo de la Segunda Guerra Mundial.
Estrella Roja y Nemanja Matic: historias de guerra inmisericorde en la Champions
El triunfo del club serbio sobre el Liverpool y la protesta política del jugador del United han dejado a Europa en estado de “shock”.
Específicamente, las hostilidades en la zona de los Balcanes adquirieron tintes nacionalistas en los cuales las carnicerías de croatas contra serbios (y viceversa) arrastraron también a bosnios, montenegrinos, macedonios y kosovares. Así, 1945 no solamente significó el fin de la guerra, sino también el nacimiento de la República Socialista de Yugoslavia.
Ya en el poder, los socialistas yugoslavos intentaron por cualquier medio enterrar los restos del pasado fratricida: es decir que Yugoslavia debía proveer una identidad común capaz de superar los odios entre las naciones balcánicas. Y el fútbol jugó un papel importante.
De esta forma, en 1945 el nuevo régimen político encabezado por Josip Broz Tito resolvió desaparecer a todos los clubes de fútbol existentes hasta ese entonces, puesto que eran considerados símbolos de nacionalismos atroces y sanguinarios.
Así nacieron pues tanto el Dínamo de Zagreb en la República Socialista de Croacia, como el Partizán y el Estrella Roja en la hermana República Socialista de Serbia.
“Antes que ser equipos de tal o cual nacionalidad, los nuevos equipos deben ser propiedad del proletariado… y de los trabajadores,” seguramente pensó el líder Tito. Se trataba de usar al balón para unir a la gente en torno a una clase social común, justo ahí donde los discursos pre-1945 habían causado división y polarización.
El resto es historia. Mientras en 1991 el Estrella Roja alzaba una de las últimas copas europeas antes de que estas fueran rebautizadas como Champions League, Yugoslavia se partía nuevamente entre el fuego y la sangre de una guerra en los Balcanes más. Sin embargo, el triunfo yugoslavo logró deslumbrar a un pequeñín de cuatro años llamado Nemanja Matic.
Yugoslavo de nacimiento él, Matic jugó en las divisiones inferiores del Estrella Roja antes de convertirse en una estrella de la Premier League. La historia mundial ha querido verlo jugar representando a Serbia, aunque él conoce bien sus orígenes e intenta honrarlos incluso a costa de la polémica.
Y es que Matic ha rechazado llevar puesta la “poppy”, o amapola, que los clubes ingleses visten en sus indumentarias durante noviembre como símbolo de reconocimiento al ejército británico. El mediocampista del Mánchester United señaló que ese mismo ejército participó en el bombardeo a su pueblo natal durante 1999, como parte de una ofensiva internacional contra el régimen de Slobodan Milosevic.
Justo cuando parece que el fútbol moderno es capaz solamente de mirar hacia adelante, aparecen equipos como el Estrella Roja, y jugadores como Matic, para servir de testigos de la historia. Y aunque la historia contada por ambos no es precisamente un cuento de hadas, el hecho de que el fútbol es el vehículo para contarla habla de que el balón también sirve para aprender del pasado.