Despedir al hijo pródigo del club no parecía la mejor decisión en el Chelsea que entonces se situaba lejos de los puestos de Champions en la Premier League.
Raúl Méndez | La apuesta de Abramovich
El juicio llegará al final de temporada, pero por ahora en la decisión de traer a Tuchel, acertó el mecenas ruso.
No se trataba simplemente de un cambio de timón sino de rumbo. Frank Lampard parecía una apuesta sensata. Leyenda y máximo goleador del club (sin haber sido delantero) que comenzaba su carrera como entrenador.
La sanción de no fichar por irregularidades en la contratación de menores de edad fue la oportunidad perfecta para colocar a Lampard durante ese periodo de transición que serviría para foguear también a la generación de los Abraham, Mount, James, Hudson-Odoi, Tomori, Gilmour y compañía.
No olvidar que Chelsea venía de ganar la Europa League con Maurizio Sarri al mando en el adiós de Eden Hazard, su estandarte en el último periodo de esplendor.
El primer año de Lampard trajo consigo la clasificación a la Champions tras finalizar cuarto en la Premier y estuvo a punto de sumar un título, pero cayó en la final de la FA Cup frente al Arsenal de Mikel Arteta.
Al cumplirse la sanción y quedar libre de fichar había mucho dinero en caja que se había acumulado sin obviar los recursos de su millonario propietario Roman Abramovich. En plena crisis económica por el Covid-19, nadie gastó en el mercado como los Blues que se llevaron dos perlas codiciadas de la Bundesliga como Timo Werner y Kai Havertz.
Al final recordaron que debían renovarse también de atrás para adelante y fueron por el arquero Edouard Mendy y el veterano Thiago Silva para fortalecer la zaga en el corto plazo.
Los avances de Lampard se vieron comprometidos porque aparecieron otra vez las figuras lo cual implicaba la presión de la directiva por la inversión realizada. Contrario a la primera temporada en la que la sanción blindaba al joven entrenador para trabajar sin la exigencia de los resultados conscientes de que el proceso estaba encaminado al desarrollo de los canteranos.
Esta temporada no habría la misma paciencia con tremendo gasto y si Roberto Di Matteo fue despedido a meses de entregarle al club su única Orejona, el riesgo de cesar a Lampard en la primera crisis estaba latente.
Fue así como apostaron por Thomas Tuchel, destituido por PSG a pesar que el alemán se quedó a un triunfo de conquistar la Champions, la obsesión de los dueños cataríes.
En su momento reportó la RAI que el objetivo de la rusa Marina Granovskaya, brazo ejecutor de Abramovich en lo deportivo, era traer de vuelta a Sarri, pero el dueño rechazó la idea y exigió la llegada de un entrenador alemán.
A Tuchel le han bastado menos de tres meses en el cargo para darle la razón a Abramovich. Desde que debutó frente al Wolverhampton a finales de enero sólo ha sufrido una derrota en diecisiete juegos dirigidos. Por fin son solventes en la retaguardia y en trece de esos partidos su arco quedó intacto.
En la Premier disputan con Leicester, West Ham y Liverpool dos puestos a la próxima Champions, en cuya actual edición siguen vivos y enfrentarán al Manchester City por un lugar en la final de la FA Cup.
El juicio llegará al final de la temporada, pero por ahora en la decisión de traer a Tuchel, en reemplazo de Lampard, acertó el mecenas ruso.
Hasta la próxima semana, Cuídense mucho, por favor.